Editorial


Protección del Dique

EL UNIVERSAL

27 de junio de 2018 12:00 AM

Ayer, el Fondo Adaptación anunció culminadas las obras de protección contra crecientes de los doce pueblos bolivarenses y atlanticenses sobre el Canal del Dique, entre estos: Soplaviento, San Cristóbal, Mahates, Gamero, Evitar, Calamar, Villa Rosa, San Estanislao, Las Piedras, y dos tramos viales entre Calamar y Villa Rosa.

Dijo Mustafá, del Fondo Adaptación, que “hoy le entregamos al país una región protegida contra inundaciones y más adaptada al cambio climático con lo cual se benefician más de 220 mil personas del área de influencia del Canal del Dique”.

Los inviernos de 2010 y 2011 hicieron estragos en estos pueblos, inundándolos y obligando a sus gentes a improvisar campamentos en los lugares más altos donde las crecientes no los alcanzaran. Allí malvivieron en cambuches malsanos. Parte de las inundaciones se debieron a fracturas de los viejos jarillones del Dique, horadados por ganaderos con mangueras de riego para sus tierras en los veranos largos e inclementes de esta zona del Caribe colombiano.

Las obras tuvieron varios aspectos, especialmente controlar las inundaciones de las tierras aledañas al Dique al elevar de distintas maneras las orillas, algunas con una estructura de bolsacreto y otras con diques nuevos, y aún otras con malecones, trabajos que a la vez controlaron la erosión en las orillas del canal. Mustafá recalcó que las obras costaron 210 mil millones de pesos en más de 48 kilómetros del Dique.

Sin embargo, desde ya hay preocupación en las gobernaciones de Bolívar y Atlántico, como en el propio Fondo Adaptación, por el mal uso que se pueda hacer por los distintos vecinos de las estructuras de protección. Mustafá alertó sobre los riesgos de siete actividades que no se deberían llevar a cabo: meter estacas dentro del colchacreto por cualquier motivo, incluido el de cercar predios; robarse la piedra y demás materiales en los tramos viales, concebidos a su vez como diques protectores; transitar animales, especialmente ganado, caballos, mulos y burros, por los diques, porque estos los erosionarían; transitar vehículos sobre los diques, que no son carreteables y por lo mismo su superficie se dañaría con las ruedas de cualquier vehículo, incluyendo motos; sembrar árboles o cosechas de pancoger sobre los diques; dejar motobombas funcionando sin supervisión, con chorros con gran potencial para erosionar las estructuras; y por último, atravesar los diques con tuberías de riego, lo que los desestabilizaría.

Aplaudimos las obras del Fondo Adaptación, tan necesarias como esperadas, pero también nos preguntamos si hay un presupuesto, nacional o departamental, para mantenerlas en buen estado, indispensable si han de durar y no sufrir la suerte usual de la infraestructura entre nosotros, que termina desmoronándose ante la desidia oficial. También creemos que las obras deben ser complementadas de inmediato con estaciones de bombeo y riego bien diseñadas, para beneficiar la producción agropecuaria, tan sufrida en el Caribe colombiano. Ojalá que todo lo anterior esté previsto por nuestras autoridades territoriales y nacionales.
 

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