Editorial


Por unas fiestas tranquilas

El fin de semana pasado se hizo el lanzamiento oficial de las Fiestas de Independencia 2018 en la Plaza de la Aduana. Los Lanceros, las candidatas al reinado, los artistas invitados, el comportamiento del público y la organización por parte del Instituto de Patrimonio y Cultura, hicieron de esa una noche llena de alegría y colorido que sirvió como preámbulo de los festejos en noviembre.

Ese mismo día se conoció también a través de un comunicado de la Alcaldía, el decreto que fija las medidas de orden público para las Fiestas de Independencia y la temporada de vacaciones de fin de año.

Pensar desde ya en controlar las situaciones que puedan terminar en desenfreno, intolerancia o violencia es oportuno, sobre todo cuando el licor se consume en exceso, por lo que la Policía no tendrá una tarea fácil.

Dice el decreto que, del 3 al 14 de noviembre están prohibidos los retenes improvisados por particulares, como también arrojar bolsas y globos llenos de agua y sustancias colorantes a personas o vehículos.

Son incontables las riñas que se generan por el llamado “plata o agua”, que también ha dejado muertos en la ciudad. La realidad es que a la Fuerza Pública le queda imposible vigilar cada calle, por lo que el mensaje debe ir dirigido en gran parte a los padres que permiten que sus hijos sigan una costumbre que se debe acabar, pues no todos están obligados a participar de las fiestas, ni mucho menos someterse a desmanes como quitarles dinero casi a la fuerza, mojarlos o mancharles la ropa.

Por eso es que muchos prefieren aprovechar los días de fiesta para salir de la ciudad, porque algunos pocos confunden el vandalismo con el sentido de una verdadera tradición.

Añade el decreto que no se permitirá tampoco usar disfraces y capuchones, excepto para los bailarines de las comparsas inscritas ante el IPCC. Bien se sabe que los delincuentes aprovechan las festividades para esconderse detrás de una máscara y cometer sus fechorías.

Serán 12 días (del 3 al 14 de noviembre) en los que también se deben apagar todos los picós “o cualquier otro artefacto de amplificación sonora, que altere la convivencia ciudadana”. Y remata el decreto señalando que “del 3 de noviembre al 31 de enero de 2019 se prohibe la venta, distribución y uso de artefactos pirotécnicos o fuegos artificiales”.

Nada de esto es nuevo, son casi las mismas prohibiciones del año pasado. El buscapié sigue sonando pero no como antes, aunque aún falta mucho por concientizar a la gente del peligro de jugar con pólvora.

Más allá de las restricciones, las autoridades para esta época deberían tener un plan estratégico para prevenir cualquier tragedia durante las fiestas.

Ir a apagar un picó en una casa casi siempre termina en pelea porque la comunidad no lo permite, y luego en una denuncia por abuso de autoridad porque los policías reaccionan, como tienen que hacerlo, ante la intolerancia.

Las fiestas empezaron en orden y ojalá así terminen, pero para eso es importante que todos pongamos de nuestra parte.

 

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