Editorial


Parques protege a Playa Blanca

EL UNIVERSAL

08 de julio de 2017 12:00 AM

Parques Naturales Nacionales, luego de calificar a Playa Blanca como “vergüenza nacional”, en buena hora prohibió las embarcaciones con turistas allí, medida que ayudará a no matar la gallina de los huevos de oro, que ya comenzaron a pelar el cobre con el abuso intenso de este lugar antes paradisíaco y hoy tugurizado, además de acosado por tierra y por mar. La medida, dijo Julia Miranda, la directora de Parques Naturales Nacionales, es temporal, mientras se construye un muelle flotante allí.

Ojalá que el muelle, o quizá los muelles, sean bien concebidos y sin la mezquindad usual de la inversión pública. Si la plata que le produce a Parques el archipiélago del Rosario se invirtiera aquí mismo sería mucho lo que se podría hacer, en vez de exprimir el lugar sin retribuirle lo que necesita.

Los muelles en Playa Blanca deberían cumplir dos funciones principales. La primera es descargar y cargar pasajeros para su mayor seguridad, ya que hoy deben tirarse al agua desde las lanchas y luego subirse por la borda (con o sin escalera), o por los motores con gran esfuerzo y no poco riesgo aunque estén apagados. Esta faena tercermundista y peligrosa se terminaría.

La segunda función debería ser la de atracar las lanchas que llegan, que no son pocas, y que diariamente tiran y sacan sus anclas, escarbando y arando el fondo de manera nociva e impidiendo cualquier posibilidad de recuperar los corales que hubo allí, además de acabar los pastos marinos donde los hay. Es verdad que la mayor parte del fondo es de arena, pero también es cierto que hubo muchos corales esparcidos frente a Playa Blanca y que hoy son difuntos. Con unos muelles suficientes se evitaría este ecocidio repetitivo de las anclas.

Los muelles flotantes tienen la ventaja adicional de que se fabrican localmente con gran calidad y por gente idónea, lo cual sería darle un empujón a esta industria local.

La necesidad y la falta de empleo está detrás de la saturación de lanchas para turismo en algunos sectores insulares de Cartagena, y apenas hay un nicho en el que a alguien le va bien unos emulan a otros hasta llegar a lo de hoy: un caos.

No se puede fomentar una industria turística meramente extractiva en ninguna parte, y en el caso de Playa Blanca, que agote los recursos naturales, atropellados por miles de personas y con las playas invadidas por construcciones de cabo a rabo en zonas de bajamar. Tiene que haber una mejor manera de explotar estos recursos para beneficio de la misma gente, pero sin destruirlos con el inmediatismo que elimina el futuro.

 

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