A los trompicones, Cartagena ha ido ganando espacios para peatones y ciclistas, aunque de una manera desordenada y con algunos conflictos entre esos dos grupos, y también hay patinadores que les gustaría usar una vía segura y de ninguna manera estar revueltos con los automóviles, sin tener aún espacios idóneos para cada grupo de deportistas y caminantes.
Hace pocos días publicamos en El Universal que el dirigente cartagenero y columnista de este diario, Bernardo Romero Parra, había instaurado una acción de cumplimiento para despejar la ciclovía del barrio de Crespo, que es usada erróneamente por peatones, quienes tienen su propio espacio peatonal mucho más ancho, pero no les gusta a buena parte de estos porque en vez de estar pavimentado con concreto, tiene gravilla, porque impacta menos a las coyunturas de los caminantes y porque es más barata que el concreto, y el consorcio que lo construyó no tenía la obligación ni un incentivo para hacer ese gasto, lo cual es una lástima.
Conflictos peores hay en los peatonales de Manga y Bocagrande, ya que algunos ciclistas insisten en usarlos a pesar de que fueron diseñados para peatones y no hay espacios delimitados para uno y otro grupo, y los de a pie se sienten amenazados por la velocidad de las bicicletas, y muchos ciclistas se sienten inseguros en la calle y quisieran usar el peatonal.
Por su parte, el nuevo consorcio a cargo de la Vía del Mar construyó paseos adoquinados a ambos lados de la vía frente a la cabecera norte del aeropuerto Rafael Núñez, que se presumen de uso mixto, pero tampoco están señalizados para indicarlo. Más hacia el norte, frente al hotel Las Américas, el paseo es más ancho y tiene un área en asfalto negro para bicicletas y su otra mitad está adoquinada para peatones. Es una lástima que no haya uniformidad en obras contiguas y nuevas, y que no se empaten con las de Crespo. Aún hay tiempo para corregir esas incongruencias y para buscar cómo financiar el asfalto del peatonal de Crespo para evitar accidentes y conflictos entre los distintos usuarios.
De todos modos está clara la falta de civismo, ya que casi nadie allí, sin importar su grado de escolaridad ni estrato socioeconómico, obedece la señalización cuando la hay y parece creerla discrecional. En casi todos los peatonales faltan señales adecuadas y la autoridad que las haga cumplir para que no sean un gasto inútil.
Ojalá que el Distrito intervenga para homogeneizar las obras nuevas y para construir las áreas necesarias para un uso mixto y seguro donde falten, como en Manga y Bocagrande, entre otros lugares.
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