Editorial


Los retos del Estado Islámico

Las antiguas milicias sunitas del jordano Abu Moussab Al Zarqaoui, creadas por Al Qaeda en el Irak recién ocupado por Estados Unidos, se volvieron tan radicales y sangrientas que la propia facción musulmana a la que decían defender se puso en su contra, lo cual los obligó a refugiarse en la frontera iraquí con Siria, específicamente en las provincias de Nínive y Ambar, donde se hicieron al control no sólo de los territorios, sino de varias refinerías, y desde las que han desatado una cruel ofensiva con el nombre de Estado Islámico que ahora Occidente intenta conjurar.

Financiadas con combustible que sacan de contrabando hacia Turquía, lo cual les reporta, según el diario español El País, unos tres millones de dólares diarios, EI regresó a Irak y ahora combate en este país y en Siria, ganándose la simpatía de los opositores al régimen de Bachar Al Assad.

Esa circunstancia transforma la lucha contra ese grupo terrorista en un verdadero desafío para Estados Unidos, que también está empeñado en derrocar a Al Assad, que pertenece a la rama del islam chií llamada alauita y que tiene cierta identificación con Irán, otro enemigo de los norteamericanos dispuesto a desarrollar un arsenal nuclear para estar a la par que Israel en el Medio Oriente. Curiosamente, tanto el gobierno sirio como Irán, comparten ahora este reto con Estados Unidos.

La mayor dificultad en esta encrucijada es que la coalición de Occidente tiene muy pocos instrumentos a la mano para presionar políticamente al Estado Islámico, como su inclusión en la lista de grupos terroristas, porque a diferencia de otros como Hezbolá o Hamas, EI no tiene aspiraciones de negociar nada y su único interés es hacer el mayor daño posible. La solución está en manos de Irán y Turquía, y en cierta medida de Egipto y Arabia Saudí.

De esos países, el más estratégico geopolíticamente es Turquía, pero ya ha empezado a poner condiciones para ayudar a la coalición aliada, como negarse a prestar sus bases para realizar bombardeos o enviar tropas, con la excusa de que el EI tiene en su poder al menos 49 rehenes turcos, entre diplomáticos, agentes de seguridad y niños, pero en el fondo lo que teme es que la campaña bélica fortalezca a sus enemigos, el Partido de los Trabajadores del Kurdistán, formada por kurdos que hace muchos años luchan en ese país y en Irak por tener su Estado independiente.

En cuanto a Egipto, intenta aprovecharse de la coyuntura para pedirle a la coalición que la lucha no solamente sea contra EI, sino contra otros grupos terroristas, como Hamas, que ha utilizado su territorio para llevar armas a Palestina, o los Hermanos Musulmanes, que son la principal oposición interna.

Al Estado Islámico no puede tampoco combatírsele como si fuera un país, aunque se haya erigido en califato y opere en un territorio específico y tarde o temprano, si Estados Unidos quiere que su ofensiva bélica tenga éxito, deberá combinar los bombardeos con acciones en tierra, lo cual no es del gusto de Obama.

La situación, como se ve, es bastante complicada.

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