Editorial


Los niños no tienen precio

EL UNIVERSAL

03 de julio de 2018 12:00 AM

Por las noches, la Plaza de los Coches en el Centro Histórico presenta una escena de trabajo sexual que ya no se esconde en las esquinas o debajo de los balcones que la encierran. En horario aún “familiar” ya están las mujeres en todo el centro de la plaza -con sus cortos vestidos, profundos escotes y altos tacones- esperando que se acerquen esos amigos a los que acompañarán un rato esa noche. Con pasar un par de horas en una de las bancas de la Plaza es suficiente para notar que ese lugar turístico en la ciudad puede albergar -alrededor de las 11 de la noche- cerca de 50 mujeres que espera un cliente. Muchos se acercan y las saludan de inmediato como si fueran grandes amigos y si volteas la mirada un momento, cuando vuelves a fijar la atención donde antes estaba una alta morena de vestido blanco entallado al cuerpo, ya no la encontrarás, sino que estará sentada en las piernas de un hombre, en el balcón de una de las discotecas alrededor de la Plaza.

Espacios para el turismo como este se han convertido en puntos importantes para entidades de la ciudad, como el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), Policía, Secretaría de Participación y Desarrollo Social Distrital, Dadis, Fundación Renacer, entre otras, al realizar jornadas de sensibilización en la explotación sexual comercial de niños, niñas y adolescentes, y operativos de búsqueda de posibles víctimas de este flagelo.

Si bien, la Regional Bolívar del ICBF indicó que en las recientes jornadas y operativos no se ha detectado un alto número de menores de edad víctimas de explotación sexual comercial en niños, niñas y adolescentes en esas zonas, los casos en Cartagena sí existen. Muestra de esto es la información que recientemente entregó el ICBF, y que pone a Bolívar, con 56 casos, en el tercer lugar de procesos administrativos abiertos para restablecer los derechos de niños, niñas y adolescentes explotados sexualmente desde 2016 y los primeros 5 meses de 2018. Bienestar Familiar abrió 688 procesos sobre este delito, el 85 % de los cuales corresponde al sexo femenino. 

No se puede negar que para el caso de Cartagena, su situación como ciudad turística es lo que la pone en este alto y vergonzoso tercer lugar en la lista nacional. Pero vale la pena resaltar los esfuerzos de las entidades del Distrito que trabajan en contra de este flagelo directamente dentro del sector turístico para crear conciencia en los visitantes nacionales y extranjeros, y convertirlos en aliados de esta lucha con sus reportes y denuncias a Policía e ICBF.

Pero más allá de trabajar con quienes vienen de afuera, quienes deben entender que los niños no tienen precio, son las familias y la comunidad en Cartagena y Bolívar. La naturalización de este flagelo llega al punto que para pocos es delito el que una menor, en una zona vulnerable, tenga que pagar con su cuerpo algún “favor” que beneficie a su familia. Los grandes aliados en la lucha contra la explotación sexual comercial de niños, niñas y adolescentes somos todos. Es responsabilidad de todos denunciar y acabar con este flagelo que deshumaniza a los menores, y que los lleva a realmente creer que son objetos sexuales a merced del que pague más.

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