Al analizar el atraso de la Costa Caribe y de Cartagena en particular frente al resto del país, especialmente al llamado ‘triángulo de oro’ (Bogotá, Medellín y Cali), se ha identificado hasta la saciedad que el problema vertebral de la región y de la ciudad es la mala calidad de la educación y que mejorarla dramáticamente es un imperativo, si esta zona del país ha de mostrar algún progreso para que sus habitantes tengan un mejor nivel de vida.
No es solo un problema de los jóvenes, sino que es común que nuestros funcionarios en toda la región también acusen la debilidad de una mala educación, razón por la cual los alcaldes de los pueblos, y a veces de las ciudades principales, no saben elaborar proyectos para presentárselos al Gobierno nacional y que éste los apruebe y financie. Mientras tanto los funcionarios de la región andina, con pocas excepciones, les dan ‘sopa y seco’ a los nuestros y sí tienen éxito con los proyectos suyos, garantizando su mayor progreso frente a este litoral y a otras periferias del país.
Ahora en Cartagena y en Bolívar se comienza a repetir el drama periódico de que los contratos de vigilancia en los colegios oficiales se acaban, estos se quedan sin quién los cuide por las noches y terminan saqueados de los pocos elementos de tecnología que tienen a su disposición unos alumnos, que además suelen tener dificultades para asistir a los colegios, bien sea porque no estén en las rutas de transporte público escolar o no tienen con qué pagar sus propios pasajes de bus; o porque sus padres no tienen con qué comprarles lo esencial para ir a la escuela, que a veces es el calzado y hasta la ropa; o porque deben quedarse en casa trabajando para ayudar a sostener el hogar.
Mientras aquí discutimos por enésima vez por qué no hay presupuesto para cuidar las escuelas, ya identificadas no solo como estratégicas para acabar la inequidad de la región y ciudad, sino que deberían tener un estatus rayando en lo sagrado, ayer salió la noticia de que Proantioquia firmó una alianza con USAID para formar maestros para las escuelas de Antioquia. Es decir, van años luz por delante en la educación pura y dura, mientras aquí los ladrones se siguen robando los pocos computadores e implementos de las escuelas públicas, además de agravar el problema social al quedar cesantes una buena cantidad de vigilantes.
Es indispensable salir de este marasmo que nos impide planificar desde el principio un presupuesto integral y cumplirlo en algo tan fundamental como la educación de nuestros niños y jóvenes, o no habrá cómo derrotar la pobreza que nos agobia.
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