Editorial


La sordera del Eln

Alias Gabino, líder del Ejército de Liberación Nacional (Eln) y miembro del comando central no acepta a nombre de ese grupo la exigencia que hace el Gobierno, de liberar a todos los secuestrados como condición para instalar la mesa de conversaciones de paz y la equiparó a que esa guerrilla exigiera al Gobierno la liberación de todos los prisioneros para comenzar el proceso de paz, lo que demuestra una vez más que esa facción no quiere desmovilizarse, no tiene voluntad de paz.

Y solo parece estar ganando tiempo para fortalecerse bélicamente, dándole fuertes golpes al Ejército mientras se dialoga en La Habana con las Farc. Los hechos desde cuando se anunció el diálogo no solo muestran eso, sino que lo pintan como un grupo que no ha abandonado sus métodos y sigue empeñado en crear un foco de poder desde el cual difundir su revolución por toda América Latina, teniendo para ello la ayuda del régimen de Venezuela, solo que este país no puede ni con sus propios problemas.

Dialogar con el Eln es más difícil que dialogar con las Farc, porque aún manejan con inamovible ortodoxia las teorías de Ernesto “Che” Guevara y de Cuba, caracterizadas por la negativa a reconocer que los tiempos han cambiado y el comunismo se desplomó por su inutilidad para resolver los problemas de la humanidad. Su propia ideología le impide otra fuente de recursos que el secuestro extorsivo, de manera que renunciar a ello sería renunciar a una de las fuentes de financiación más poderosas y amenazaría su estabilidad como grupo guerrillero, que a toda costa ansía tomarse el poder por las armas.

Por eso ejecutó sin titubear el llamado “cambiazo” del gobernador del Chocó por su hermano parlamentario por asuntos de salud, y por eso reconoció que era un secuestro extorsivo. En esas condiciones, y teniendo en cuenta los ataques de estos días, es muy complicado dialogar con este grupo, a menos que sienta golpes tan contundentes de tipo militar que le demuestre que está a punto de ser derrotado. Es evidente, también, que el Eln ve esta posibilidad de diálogo como una manera de aflojar la presión en su contra, y el Gobierno no debe cejar en su empeño de exigirles soltar a quienes tengan en su poder. La minería ilegal también debe ser desmontada para que se convenzan de una vez por todas de que su levantamiento en armas no es una actividad que deban seguir.

El Eln se fundó bajo premisas muy concretas por el cura Pérez y los hermanos Castaño, premisas que no han cambiado en el curso de los años y demuestran su prepotencia, y sobre todo su desconocimiento del mundo de hoy mediante una especie de sordera social.

El Gobierno debe ser muy claro para dialogar con el Eln y no dejarse engatusar con las agendas retóricas que esconden la dimensión real del problema de la guerra y de sus intenciones.

Dialogar con el Eln es más difícil que dialogar con las Farc, porque aún manejan con inamovible ortodoxia las teorías de Ernesto “Che” Guevara y de Cuba (...)

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