Venezuela ocupa la portada de la prestigiosa revista británica semanal, The Economist, la que afirma que ese país dice tener más reservas petroleras que Arabia Saudí, pero sus ciudadanos tienen hambre y “un sorprendente 93%” dice no poder pagar por la comida que necesita, y tres cuartos perdió peso en el año que pasó.
Por supuesto, y a juzgar por las imágenes televisivas que nos muestran con frecuencia, parece que los que han ganado peso en Venezuela son Nicolás Maduro, Diosdado Cabello y algunos militares activos, que ya parecen no caber en sus uniformes.
Los líderes de la revolución bolivariana se han robado billones de dólares, por lo que la revista sugiere que las medidas que EUA amenazó tomar contra ese país no deberían hacerle daño a su ciudadanía, ya muy sufrida, sino a la élite gubernamental corrupta, cuyas cuentas en el exterior deberían ser dadas a a conocer al público y congeladas en los bancos donde están a buen recaudo.
Estamos de acuerdo con la revista, es difícil que Maduro se detenga en su propósito de hacer el referendo el 30 de julio próximo, y así instalar de un todo su dictadura comunista a la cubana a través de una Asamblea Constituyente amañada que terminará con la oposición.
El ingreso per cápita, según The Economist, está hoy donde estaba en 1950, mientras que la inflación pasará de 1000 % este año.
De la oposición, la revista dice que sus líderes deberían deponer sus ambiciones personales para poder escoger un líder único, y que debe hacer mucho más para convertirse en una alternativa de gobierno con credibilidad. The Economist concluye su nota diciendo que “Ya hay señas de anarquía (...) y que “En vez de una segunda Cuba o una China tropical, una Venezuela chavista, con su corrupción, pandillas e ineptitud, corre el riesgo de volverse algo mucho peor”.
Y por las muestras que ha dado el régimen, no solo estamos de acuerdo con esa apreciación, sino que pensamos que Maduro, títere de Raúl Castro y en manos de sus ‘asesores revolucionarios’ en Venezuela, seguirá adelante con la represión violenta de la oposición, sin ningún pudor. A diario sigue saliendo gente de ese país, y mucha se viene a Colombia buscando una salida a la crisis.
Solo una improbable revuelta de la bien engrasada cúpula militar podría frenar los planes de Castro y Maduro de acabar con la farsa de democracia del país para instaurar la dictadura chavista de una vez por todas.
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