Cartagena arrancó ayer en la tarde su feria náutica con cerca de 50 expositores, en el Centro de Convenciones Cartagena de Indias. Y como dato curioso, los muelles flotantes que circundan el Centro de Convenciones en la bahía de las Ánimas son fabricados en Cartagena, emplean mano de obra local y tienen calidad de exportación.
En una feria náutica se venden marcas importadas, y también nacionales. Sin ser una regla, la tendencia es que el segmento de yates de cierta eslora (largo) hacia arriba suele ser importado, mientras que la mayoría de las embarcaciones más pequeñas y deportivas son de fabricación nacional, tanto cartagenera como del interior del país. Nos sigue pareciendo insólito que haya fábricas de botes enclavadas en los Andes, pero así es el país, centralizado, aunque albergamos la esperanza de que un día no muy lejano las fábricas de embarcaciones estarán donde tienen que estar: a la orilla del mar.
Contrario a lo que uno supondría, las marinas en Cartagena no se han expandido como se creía que sucedería, entre otras cosas porque el mercado nacional de lanchas no es tan grande como para hacerlas crecer geométricamente. Crecen algunas de las marinas que hay, pero de manera moderada. Hubo un afán de obtener concesiones para marinas, casi una fiebre, pero el objetivo parecía ser lucrarse de los rellenos que se permitirían para construir allí bares y restaurantes, quedando las lanchas como de menor importancia ante el negocio de la propiedad raíz novedosa.
Las marinas son de todos modos muy importantes porque son intensivas de mano de obra, empleando cada embarcación al menos un tripulante por salida, con frecuencia fijo, mientras que las lanchas de cierto tamaño requieren de al menos dos empleados fijos.
Las marinas no solo emplean gente directamente, sino que soportan los empleos de diversos sectores, que incluyen los metalmecánicos, la carpintería, los fibreros, los almacenes de pinturas, las estaciones de combustible y hasta los supermercados, entre varios otros. Las fábricas locales de lanchas también son grandes empleadoras y grandes compradoras en el comercio local.
Es una lástima que la pesca deportiva esté tan de capa caída por la disminución de los peces en aguas locales, dada la sobrepesca de las especies pelágicas por parte de los palangreros, que son unos depredadores de nuestros mares sin ningún beneficio real para el país. Esa sobrepesca truncó la aspiración de la ciudad de ser una meca de la pesca deportiva, complementada por el atractivo turístico y monumental de Cartagena.
Ojalá que las autoridades centrales despierten y prohiban ciertas artes de pesca comercial, que como los palangres, acaban con los peces, mientras que la pesca deportiva, al soltar la mayoría de sus ‘capturas’, no es depredadora, es sostenible y le generaría ingresos a varios sectores de la ciudad.
Le deseamos éxitos a la feria náutica porque fortalece un importante sector de la ciudad y sus empleos de calidad.
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