Editorial


Hay que pensar el mundo moderno

EL UNIVERSAL

30 de enero de 2018 12:00 AM

Hay que pensar el mundo. Esa podría ser la otra sentencia de Hay Festival Cartagena, más allá de imaginar los mundos de Occidente y Oriente. Cartagena se convirtió en el imán de la cultura de toda Colombia en el mes de enero, con la convocatoria del Cartagena Festival Internacional de Música, la Feria de Artesanías Exportables y el Hay Festival Cartagena. El acontecimiento literario rebasó las fronteras de lo meramente narrativo, poético y ensayístico, y abarcó diversas disciplinas del pensamiento, la ciencia, las artes, la música, el cine, y la incesante creatividad humana.

Sentar en el mismo escenario al novelista sudafricano Premio Nobel, J. M. Coetzee, humanista y conciencia ética de los derechos humanos y de los animales, junto al joven pensador inglés Rutger Bredman, quien propone un resurgimiento de nuevas utopías para realistas en la economía, la política y la ciencia, para disminuir las desigualdades sociales en el mundo, es una suerte ecléctica de conjunción de disciplinas y enfoques de pensamiento.

Pero también reunir a íconos de la música española como Ana Belén y Víctor Manuel, junto a la cantautora cubana Haydée Milanés y al cantautor colombiano Andrés Cepeda, es otra oportunidad de mirar el trasfondo de las realidades comunes y a su vez distintas, de cómo los creadores han tenido que enfrentar censuras políticas y persecuciones de gobiernos autoritarios, que replicaron una mentalidad colonial de que la imaginación no solo era la loca de la casa sino la herramienta de las subversiones.

Las nuevas narrativas del continente integradas al cine probaron, como en el caso del mexicano Guillermo Arriaga o el venezolano Sergio Dahbar, que la escritura y la imagen, cada una autónomas, logran conciliarse, complementarse o emprender propuestas creativas. La humanidad reunida en Cartagena pudo meditar gracias al explorador noruego Erling Kagge, que el silencio es la ventana para conocernos mejor en un mundo babélico, invadido de ruidos dispersantes.

Junto a ese silencio que nos integra a la naturaleza, estuvo para el cierre, un aspecto divertido de nuestra identidad compleja de seres del Caribe: el ser corroncho, palabra estereotipada con múltiples significados. Se confunde la inocencia con la ignorancia, porque el corroncho es, en esencia, un hombre que sigue guiándose con los ritmos de la naturaleza y no con la lógica de las nuevas tecnologías.

Hay Festival fue durante cuatro días, la plataforma del pensamiento y la imaginación para el mundo.

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