Editorial


Francisco, bienvenido a Cartagena

EL UNIVERSAL

10 de septiembre de 2017 12:00 AM

El papa Francisco termina su gira por Colombia hoy en Cartagena, de donde sale para Roma esta tarde. Nos deja a todos sorprendidos con su energía y vitalidad, sobre todo luego de volar 12 horas desde Europa hasta la altura de Bogotá y mantener un tren de actividad tan fuerte a 2600 metros sobre el nivel del mar, además de  subir y bajar varias veces a otros lugares, desplegando igual dinamismo. Admitimos que nos preocupó la salud de Francisco y nos alegra mucho su fortaleza. 

Según Greg Burke, portavoz de la Santa Sede, “(...) el Papa Francisco fue conquistado por la sonrisa de los colombianos”, y añadió que “no es que el papa esté contento. Está muy contento”. Burke resaltó  que las palabras alegría y esperanza eran importantes en este viaje del papa. Quizá todo eso tiene que ver con su gran resistencia física.

Pero no hay duda que el énfasis principal de Francisco en su visita a Colombia ha sido la reconciliación entre los colombianos, y también del hombre con la naturaleza, y dijo al respecto: “(...) nos toca a nosotros decir sí a la reconciliación; que el sí incluya también a nuestra naturaleza”,  sometida por el hombre, y luego citó la letra de una canción de Juanes en la que los árboles lloran por la violencia en Colombia.

El mensaje de Francisco ha sido pastoral en muchos sentidos, pero también político en el sentido amplio de la palabra. Al enfatizar la necesidad de preservar el medio ambiente, tal como lo dice en su encíclica Laudato Si, el papa le envía un mensaje fuerte y claro a los descreídos del cambio climático, aquellos que niegan que los daños que estamos viendo y sus consecuencias, como los huracanes de estos días, cada vez más violentos, sean causados por la actividad del hombre al alterar la capa de ozono y reforzar el calentamiento global. Y al papa no se le escapa que entre estos descreídos medioambientales sobresale el presidente de los Estados Unidos.

En Cartagena pasará por varios de los barrios más pobres, incluido su homónimo, San Francisco, en un mensaje claro de la necesidad de reducir la inequidad en esta urbe, y su visita al claustro de San Pedro Claver, “el esclavo de los esclavos”, también es un mensaje cargado de simbolismo y enfatiza igualmente en la necesidad de la reconciliación, la que incluye la equidad económica, social y racial.

Esperamos que la visita del papa Francisco le haya permitido formarse una opinión personal del país, y sobre todo, más equilibrada acerca de los encuentros y desencuentros entre los colombianos, que por supuesto no pueden ser caricaturizados entre ‘buenos y malos’ desde ningún espectro político ni ideológico.

Deseamos que la visita de Francisco, con su calurosa simpatía y humanidad, concluya con tanto o más éxito que su travesía por el resto del país.

 


 

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