Lo primero que hay que recordar de la intervención de la empresa Electricaribe por la Superintendencia de Servicios Públicos en cabeza de José Miguel Mendoza es que su propósito no era ‘mejorar’ el servicio de la compañía, sino que tenía una misión más básica y cruda: evitar que la empresa apagara al Caribe colombiano porque no tenía ya cómo pagarles a sus proveedores de energía. En ese momento, el apagón de este litoral era inminente. Todo lo demás que la intervención lograra tenía que ser considerado como una ñapa en todo el sentido de la palabra. Claro está que el interventor sí invirtió en Electricaribe, pero principalmente en lo indispensable para funcionar. Hoy la intervención se acerca a su fin y debe concluir con un nuevo operador, esta vez permanente.
Según el propio superintendente, “en apenas un año logramos poner en marcha la intervención más compleja en la historia del sector eléctrico colombiano, estabilizar a una compañía sumida en una profunda crisis financiera y preparar un diagnóstico exhaustivo que sirvió de base para ordenar la liquidación de Electricaribe”.
Advierte la Superintendencia que el Gobierno nacional, al estar terminándose la intervención, aportará 135 mil millones de pesos para que Electricaribe pueda seguir comprando la energía mientras un tercero se hace cargo de la empresa de manera definitiva, lo que ocurrirá cuando “la FDN (Financiera de Desarrollo Regional) haga públicas sus recomendaciones sobre la consecución de un nuevo operador”, momento en el cual se buscará según las recomendaciones antes anotadas.
Es importantísimo que la Costa Caribe tenga un operador idóneo de Electricaribe o como quiera que rebauticen la empresa no solo para mantener el statu quo, que es deficitario en producción de energía, sino que invierta rápidamente en todas las mejoras que son indispensables, desde renovar redes viejas hasta expandirlas, de manera tal que no solo la gente de este litoral tenga energía abundante, confiable y a tarifas razonables, sino que alcance plenamente para nuestro crecimiento demográfico, y no menos importante, para nuestra competitividad. Sin energía no puede haber expansión ni relocalización industrial, que sería en gran parte la salvación del Caribe al atraer empresas que generen nuevos negocios y por lo mismo nuevos empleos, que necesita la región y en especial esta ciudad para que su gente al fin pueda salir de la pobreza.
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