Editorial


El precio de la leche, eterno viacrucis

EDITORIAL

22 de febrero de 2017 12:00 AM

En lo único que el Gobierno nacional y Fedegán están de acuerdo es en que hay 350 mil familias en Colombia que dependen de la producción y venta de la leche para sobrevivir, porque el incremento del 7% es insuficiente y debió ser al menos del 9%, según José Félix Lafaurie, de Fedegán; pero fue concertado con los ganaderos, los industriales y el Gobierno nacional, según Juan Pablo Pineda, viceministro de Asuntos Agropecuarios.

Lo cierto es que desde hace muchas décadas el precio asignado a la leche ha sido insuficiente comparado con el incremento en los insumos agropecuarios y con el costo de vida en general. Según Fedegan, los insumos ganaderos se incrementaron 11% en 2016, por lo que el incremento de 7% en el precio de la leche se quedó corto.

Aunque los ganaderos pequeños son los más afectados por estas políticas, a todos les va mal, especialmente ahora cuando el cambio climático acentúa los extremos entre sequía y temporada de lluvias.

Siempre ha pasado que la leche baja de precio en temporada de lluvias por la superabundancia de pastos y por lo mismo de leche, y en las últimas décadas no sube en verano porque a pesar de la escasez en la producción nacional, hay leche en polvo importada o de producción colombiana lista para suplir las necesidades del mercado, de manera que el ganadero lechero nunca tiene una ‘bonanza’, aunque sea corta, como la tienen en otros sectores.

Por otro lado, la leche es un artículo considerado de primera necesidad, especialmente para la población infantil, y el Gobierno siempre tuvo el ojo puesto en su precio para que estuviera en la canasta familiar de la mayor cantidad de personas posible.

En estas discusiones siempre se llega al mismo punto: la necesidad de que las explotaciones agroganaderas se tecnifiquen, palabreja que no necesariamente es sinónimo de mecanizarse, y que además tiene distintos significados para distintas personas. Pero lo cierto es que sin agua las 24 del día para regar -ya lo hemos dicho aquí muchísimas veces-, no hay verdadera tecnificación posible, más allá de hacer potreros más pequeños, pastoreo ‘racional’ por el método Voisin cuando llueve y hay pasto verde, poner cercas eléctricas y algunas otras medidas necesarias, pero que se quedan cortas para alcanzar la eficiencia indispensable para la ganadería.

Sin agua para tener pasto verde en el Caribe colombiano hay 6 meses de sequía cruel en la que los ganados pierden peso que deben recuperar al llover, sin que nadie le pague al productor los kilos perdidos, y la planificación, eje de cualquier negocio, es casi un azar por los extremos mencionados entre sequía y lluvias; cuando estas son demasiado fuertes, también se baja la producción de leche y carne.

La discusión, para no seguir siendo pírrica, debería ir más allá de pelear el precio de la leche todos los años.
 

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