Editorial


¿Dónde están las familias?

Las recientes declaraciones de Karen Abudinen Abuchaibe, directora del ICBF, sobre la cruda violencia que aumenta en Colombia contra la niñez, son estremecedoras, y lamentablemente, son reales: “Parece que el país padeciera de un cáncer que hizo metástasis en la violencia contra la niñez”, destacó.

Cartagena ha sido escenario reciente de esas situaciones en las que niños y niñas resultan siendo las víctimas. La más reciente ocurrió el pasado 10 de mayo cuando una bebé de unas cuantas horas de nacida fue encontrada abandonada en la calle, en el barrio San Fernando. La pronta acción de quien la encontró, de la Policía, de los médicos del centro asistencial al que fue llevada y el acompañamiento del equipo del ICBF, han permitido mantenerla viva.

Pero la misma suerte no corrió ese otro recién nacido que a finales de marzo fue encontrado muerto en el barrio Chipre. Dos casos que muestran que la ciudad también sufre ese cáncer al que se refiere la directora del ICBF y que muestran lo aberrante e indolente que puede llegar a ser la sociedad con los niños y los adolescentes.

En el marco del lanzamiento de la estrategia ‘Familias con derechos’ del ICBF -apoyada por el Ministerio de Salud y Protección Social, la Contraloría General de la República, la Federación Nacional de Departamentos y Unicef-, Abudinen Abuchaibe aseguró que en los últimos 10 días el Instituto ha recibido cerca de 5.600 denuncias de violencia contra la niñez y recordó algunos casos sonados en el país: el abandono de un niño de 3 días de nacido en Risaralda; lo ocurrido en Cartagena; casos de abuso sexual en Córdoba y Meta; una mamá que lanzó a su hija al río en Tolima y luego se suicidó; y en Atlántico, una madre usaba a sus hijos para transportar droga.

Conocer sobre esas y tantas otras historias que llegan a los medios de comunicación deja la sensación de que los adultos creen que la niñez no tiene sentimientos, que son iguales a cosas que se pueden “cargar” de un lado a otro, a disposición del “adulto responsable”.

El ICBF y las entidades que lo apoyan con la nueva estrategia ‘Familias con derechos’ invitan a compartir esa responsabilidad que todos en la sociedad tenemos con la niñez y los adolescentes. Es una labor que también deben tomar como propia las alcaldías y gobernaciones, ya que la protección de los menores de edad en el país no debe estar solo en manos del ICBF. De qué vale la protección que ellos otorguen a cierta cantidad de niños, si hay tantos otros que están siendo violentados por sus propios familiares, quienes se suponen deben ser los primeros en velar por su seguridad.

El compromiso de todos los miembros de la sociedad es urgente, y la vida de niños y adolescentes depende de ello. “¿Dónde están las familias colombianas?”, se preguntó la directora General del ICBF. Su cuestionamiento es válido y debe despertarnos a todos para que los hogares colombianos dejen de ser “campos de batalla”, presa de la violencia intrafamiliar.

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