Editorial


Dique y Magdalena

Hay gran consternación en Cartagena porque las obras del canal del Dique no están financiadas aún; y en Barranquilla no solo porque luego de liquidar la APP con Navelena, no aparece la nueva APP para mantener navegable el río Magdalena en sus cuatro componentes, sino porque podría momentáneamente el Ministerio de Transporte dejar de hacer uno o más de los cuatro tramos planeados para el río Magdalena, para usar esos recursos en el Dique.

El Heraldo del domingo pasado llevaba un muy buen artículo, además de un editorial que defendía las obras del canal del Dique, pero no a expensas de “trocear” la APP para poderlas financiar. Es una posición respetable y entendible.

Según ese medio, los cuatro tramos son: de Bocas de Ceniza hasta La Gloria (457 km); de La Gloria hasta Barrancabermeja (195 km); desde Barrancabermeja hasta Puerto Berrío (100 km); y desde Puerto Berrío hasta Puerto Salgar (156 km). Y además, la APP contempla obras en Barranquilla, incluyendo dragados, al igual que reconstruir un tajamar y reparar otro. Barranquilla ha trabajado de forma constante y dura a favor de este proyecto, que está en su ADN, y cuyo objetivo estratégico es que la ciudad maneje la carga de Bogotá y del Eje Cafetero a través del río, y obviamente, también la carga que entre al país para esos sitios. Para los puertos ribereños aguas arriba, dice la nota de El Heraldo, también habría muchos beneficios, convirtiendo a este proyecto en uno no solo de ciudad, sino de país.

El Heraldo cita a un joven político barranquillero, quien “trinó lo que era un secreto a voces, del que nadie se atrevía a hablar. ‘En obras canal del dique debe primar manejo medioambiental y gestión de riesgo, pero es un despropósito gastar más en volver navegable el canal del dique que todo el río Magdalena (sic).’ ”

Obviamente, este político no conoce bien el objetivo de las obras del canal del Dique, que no es volverlo navegable (esta es su consecuencia afortunada, no su propósito), sino salvar a la bahía de Cartagena del sedimento que le entra, incluyendo a todos los cuerpos de agua aledaños, y que además interrumpiría la entrada al puerto en 8 años si no se hacen las obras (dos esclusas), trabajos de los que un gran beneficiario sería Barranquilla, que mueve mucha de su carga por Cartagena y seguramente lo seguirá haciendo por un tiempo más.

Y ya que se habla de “secreto a voces”, también hay quienes creen que a pesar de todo lo que el país le gaste al puerto de Barranquilla, nunca tendrá calado por la sedimentación que le trae el río Magdalena, dada su cuenca irresponsablemente deforestada casi desde su nacimiento hasta su desembocadura.

De todas maneras, nos parece válida la preocupación de Barranquilla de que su APP quede parcialmente desfinanciada y creemos que el Gobierno tiene que hacer un gran esfuerzo para financiar ambas obras del todo, sin quitarle recursos a la una para la otra, y ambas ciudades deben unirse para lograrlo. Cartagena y Barranquilla merecen ese esfuerzo nacional.  

 

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