Editorial


Dientes contra el ruido

EDITORIAL

17 de diciembre de 2014 12:02 AM

El gobierno del alcalde de Cartagena, Dionisio Vélez Trujillo, presentará un documento ante el Senado de la República para que quede incluido en el Código de Policía, que permitiría que los agentes puedan entrar a casas de particulares a decomisar equipos de sonido cuando estos excedan los límites permitidos y no acepten reducir el volumen ellos mismos.

Esta es una infracción frecuente y en muchos vecindarios de Cartagena es la causa de diferencias entre vecinos y de riñas a veces fatales.

La propuesta de Cartagena no sería la única, ya que los secretarios de Gobierno de otras ciudades del país también tienen problemáticas especiales que incorporarían en un documento colectivo para presentarlo juntos al Congreso.

Algunos proponen que los agentes de  la policía tengan competencias múltiples, como en otros países, para poder enfrentar la mayoría de las situaciones anómalas de las ciudades modernas. Serían policías integrales que también podrían ocuparse del tránsito y de poner comparendos ambientales, según dijo el secretario del Interior del Distrito, Roberto Barrios Martínez.

El problema del ruido se da en todos los barrios de Cartagena y cualquier proyecto de ley para fortalecer el Código de Policía debería incluir los equipos de sonido de los carros particulares que se dedican a torturar a distintos vecindarios por las noches, y también a los negocios donde instalan dichos equipos cuando los prueban en la puerta del establecimiento antes de entregarlos, de nuevo sin importarles un comino sus vecinos.

También debería abarcar los clubes sociales, restaurantes, discotecas y demás, a algunos de cuyos dueños no les importa el daño a la calidad de vida del prójimo, mientras su negocio gane dinero. Algunos invocan razones falaces para pasarse las normas por la faja, como que dan empleo o que promueven el turismo. La industria de visitantes tiene que ser sostenible en todo, incluyendo el respeto al prójimo.

Pero no todo está perdido. En Cartagena algunos empresarios, con la mediación de la Corporación Turismo Cartagena, la Capitanía de Puerto y Guardacostas, entendieron el problema y bajaron voluntariamente el volumen de sus equipos de sonido, antes insoportables. Es el caso de los barcos principales de turismo nocturno que navegan por la bahía, cuyos propietarios empeñaron su “palabra de marinero” y respetan las zonas residenciales por donde pasan en Manga, Bocagrande y Castillogrande.

No hacen lo mismo todas las embarcaciones privadas, especialmente las abiertas, cuyos tripulantes y pasajeros parecen necesitar estallarse la cabeza con sus parlantes para pasarlo bien o quizá para que el mundo sepa que tienen un sonido bestial, y es posible que no sepan lo lejos que viajan esos decibeles abusivos y el daño que le hacen a los vecinos por donde pasan.

Aplaudimos la iniciativa del Distrito y de los alcaldes de varias ciudades de ir ante el Congreso para darle al Código de Policía los dientes para que sus agentes presten un servicio más efectivo. Ojalá sea aprobado pronto.

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