Editorial


Desafío urgente para Duque

Si alguien aún cree que sería mejor tener en armas a los guerrilleros de las Farc que optaron por la paz durante el proceso liderado por Juan Manuel Santos, tendríamos que decir que esa persona está loca, porque son miles los armados ilegales que ya están de civil y ese es un logro importante, a pesar de saber que algunos, ojalá no muchos, se volverán a deslizar hacia las disidencias de esa guerrilla. Aún así, sería mucho peor la situación si todas las personas que antes delinquían aún siguieran todas armadas.

También suponemos que Santos y sus distintos asesores tenían una estrategia, que quizá incluía que hubiese un efecto dominó hacia la paz. Es decir, que una vez desmovilizadas las Farc, el ELN y las demás bacrim de diversos pelambres harían fila para entregar las armas, y solo quedarían núcleos reducidos de hombres armados, traficantes puros y duros, que el Estado podría dominar militarmente con relativa facilidad.

Pero dicho eso, siempre criticamos aquí que Santos hablara del arreglo con las Farc como si fuera una paz generalizada y única, es decir, “La paz”, levantando falsas expectativas y tergiversando la realidad hacia el exterior del país. Esta  tergiversación mejoró mucho el turismo extranjero hacia Colombia, de lo que Santos se vanagloriaba por la capacidad de esta industria para producir empleo formal en todo el país, pero el resurgir de las disidencias farianas y demás bacrim acaba de ser noticia de primer orden en el New York Times y otros medios internacionales.

Y con las estadísticas dadas a conocer por organismos internacionales y por el Gobierno colombiano acerca del crecimiento inusitado de los cultivos ilícitos en todo el país, hasta tener hoy más hectáreas de las que jamás habíamos tenido, nos parece increíble que el Gobierno de Santos no supiese lo que estaba pasando, o al menos, no lo diera a conocer y no hiciese una estrategia para reversar esta tendencia. Seguramente era, y es, indispensable fumigar extensamente con glifosato en las áreas cultivadas con coca donde mandan las bacrim, costo político que quizá no querría asumir el expresidente.

¿Qué pasará ahora? ¿Se sentirá engañado el mundo por Colombia? ¿Habrá un coletazo internacional en contra del país? ¿Descertificará la administración Trump a Colombia?

El presidente Duque heredó del gobierno de Santos una situación difícil en varios frentes, pero tendrá que mirar hacia adelante para resolver los problemas porque enfocarse en el retrovisor no los solucionará.

El Estado no ha sido capaz de ocupar todo el territorio de Colombia para garantizar la seguridad y tranquilidad de los habitantes, expuestos a  las arbitrariedades y atropellos de los distintos infractores de la ley, desde los que trafican con narcóticos hasta aquellos que ejercen la minería ilegal, o ambas cosas.

Es un desafío urgente para el gobierno del presidente Duque crecer las fuerzas armadas y aumentar sus medios técnicos para poder ejercer soberanía en todo el territorio. Sin esa soberanía, nunca existirá la paz.

 

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