Editorial


Corralejas, ¿sí o no?

Las corralejas tienen una historia larga en la Costa Caribe de Colombia y son una herencia de la tradición taurina española de las corridas de toros. Antes de la época de los camiones, allá los toros eran llevados a pie a los cosos donde serían lidiados, con varios bueyes entre ellos para guiarlos. Una vez en las calles del pueblo, con las bocacalles obstaculizadas, los toros eran apurados y ‘corridos’ por los jinetes en la vía que desembocaba en la plaza, para luego de estar en el redondel, llevarlos a los toriles desde los cuales serían liberados de uno en uno para ser lidiados durante la tarde. Además de los toreros, eran muy importantes los jinetes, trabajadores de las haciendas de entonces, cuya pericia permitía la ‘corrida’ antes mencionada, sin la cual no hubiera habido una sola lidia.

Las corralejas son una adaptación de las corridas y originalmente solo participaban los vaqueros expertos, quienes también llevaban los toros a la corraleja a pie y los metían en los toriles. Luego los lidiaban los ‘manteros’, así llamados por carecer de capotes reglamentarios y por usar las mantas domésticas para una lidia distinta a la de las corridas, porque el ganado usado embiste distinto al de lidia puro español.

Al principio solo entraban a la corraleja los manteros profesionales y los jinetes para colocar o para retirar un toro, validos de la versión criolla de las garrochas. A medida que el público comenzó a meterse también al ruedo masivamente al pasar los años, comenzaron a soltar varios toros al tiempo para que se defendieran de la muchedumbre, a la que se le impedía así vejar a su antojo a un solo toro por el miedo de estar cuidando sus espaldas de los demás que estaban en el ruedo. Tanto en las corridas como en las corralejas solo participaban los expertos en cada suerte.

Las corralejas de hoy no son una evolución de las originales, sino su degeneración. Si las de antes pueden verse hoy por muchas personas como crueles, las actuales son la barbarie absoluta, en las que con frecuencia la muchedumbre ha tumbado y desmembrado un toro aún vivo en la plaza para llevarse su carne.

Por otro lado, son un negocio para muchas personas, y a veces un negociado; también son un peligro para la mayoría de los asistentes dados los robos y atracos que ocurren en su alrededor y en las propias graderías. 

Estamos de acuerdo con el alcalde de Turbaco, quien volvería estas fiestas un evento folclórico y cultural, y cancelaría la corraleja. Este sí sería un cambio positivo.

Las corralejas de hoy no son una evolución de las originales, sino su degeneración. Si las de antes pueden verse hoy por muchas personas como crueles, las actuales son la barbarie absoluta (...)

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