Editorial


Consultas internas inocuas

Probablemente, la mayoría de los colombianos no sepa que el domingo pasado se realizaron en todo el país las consultas internas de los partidos políticos con personería jurídica para escoger candidaturas a concejos, ediles y juntas de acción, en determinados municipios. El Polo Democrático, además, escogía a los 766 delegados que tendrán voz y voto en el IV Congreso Nacional de esa colectividad, que se celebrará entre el 14 y el 16 de mayo.

Cinco partidos políticos realizaron consultas, de los cuales solo el Polo logró una participación alta de sus militantes, con poco menos de 900 mil votos, de 995.640 depositados, lo que significa una abstención cercana al 96%, demostración más que contundente del poco interés por el ejercicio de sus derechos que tiene la ciudadanía, de la ineficacia de este mecanismo, o como lo consideran algunos, de la inutilidad de los partidos, que en nuestro país están reducidos a simples máquinas electorales, que ni siquiera alcanzaron a ser eso el pasado domingo.

Las consultas costaron casi 20.000 millones de pesos, representados en 10.000 mesas habilitadas, 5.973 puestos instalados y un elevado número de tarjetones impresos, para las 32 millones de personas habilitadas para votar, de las cuales ni siquiera un millón se acercaron a las urnas. Ese hecho volvió a revivir el debate sobre la justificación de ese despliegue de recursos económicos y humanos en una jornada en la que menos del 4 por ciento participa.

Este mecanismo de democracia interna de los partidos políticos no es el problema. Por el contrario, esto permite a la propia base de militantes tomar las decisiones, acabando con las designaciones a dedo que hacían los dirigentes de manera impositiva, una costumbre política que se conoce con el remoquete de usar el “bolígrafo”. Son los propios partidos los responsables de la participación de sus miembros, con campañas de democratización que deberían cambiar la forma de hacer política en el país.

Es inaudito que partidos tradicionales y con tanta historia, que existen en Colombia desde el comienzo mismo de nuestra vida institucional, como el Liberal y el Conservador, hayan tenido tan exigua participación. El Partido Conservador contabilizó 63.580 votos, el Liberal 103.142. Y el Centro Democrático, que se precia de gran disciplina, obtuvo poco más de 50 mil votos. Más insólito aún es que los dirigentes de los partidos se sientan satisfechos con los resultados, diciendo que esperaban una participación menor.

Parte de la reforma política que necesita nuestro país debería dedicarse a fortalecer y consolidar a los partidos, de manera que se convierten en unas instituciones que intervengan activamente en el desarrollo nacional, superando su papel de estructuras que solo existen para escoger gobernantes y legisladores, sin sustento ideológico ni conocimiento de la realidad de nuestra Nación, aunque duchos en las mañas de la politiquería.

Mientras los partidos no cambien, no tendremos verdadera democracia.

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