Editorial


Caballos cocheros, sigue la crueldad

Antier cayó muerto otro caballo aún uncido al coche en el barrio Bocagrande. El animal estaba flaco y era obvio para cualquier observador medio enterado de caballos, y que viera la foto del animal muerto, que su  salud no era buena, cosa que confirmaron los veterinarios que lo examinaron. Falta ahora conocer el reporte oficial de la autopsia que le fue practicada al animal, aunque ya otro veterinario dictaminó que estaba deshidratado y de allí pasó al paro cardiaco que lo mató.

Según algunos animalistas consultados por El Universal, es práctica frecuente de algunos cocheros poner a trabajar a estos caballos sin darles agua ni comida inmediatamente antes para que no ensucien las calles, lo que le podría ocasionar al cochero una multa. El procedimiento correcto no es negarles alimentación y bebida, sino tener los aparejos adecuados para que el caballo defeque sobre estos y no sobre la calle.

En cuanto a la orina, es difícil evitar que vaya a dar al pavimento, por lo que la ciudad debería lavar no tanto las rutas que toman los coches, sino los lugares donde se estacionan a esperar pasajeros. Allí, en reposo, orinarán con regularidad, ya que hacerlo andando es casi imposible, contrario a lo que sucede al defecar y de ahí que algunas calles del Centro apesten a berrenchín de caballos.

No nos enteraríamos de estos sucesos de crueldad contra los caballos cocheros, muchísimo más frecuentes de lo que imaginábamos, si no fuera porque hay mucha gente pendiente de la suerte de estos cuadrúpedos, no solo los animalistas militantes, sino personas que sienten mucho el dolor de los animales en general y de los caballos cocheros en particular.

A los pobres caballos les pasa algo similar a los taxis que tienen varios conductores: cada uno le da duro en su turno para pagarle lo pactado al dueño del vehículo y luego para producir lo del mercado de su casa. Al poco tiempo, al taxi le suena todo y parece una lata vieja. Como los taxis, muchos de estos caballos alimentan a su dueño y a dos o tres cocheros, así que la suerte de los animales a veces es la menor de las preocupaciones de quienes los conducen no solo durante el trabajo, sino para llegar a este y luego regresar a donde duerme el caballo y guardan el coche. Así que no extraña que algunos animales estén exprimidos, como se nota al rompe en la foto del caballo que murió antenoche en Bocagrande.

En Cartagena hay  120 caballos cocheros pero no hay un veterinario de planta para ellos, cosa que debería preocupar al Distrito. No sirve de mucho que solo cuando hay una crisis por la muerte o caída de un caballo mal tenido y mal usado, reaccionen las autoridades.

Es mejor prevenir, pero seguramente el Distrito no ha previsto los recursos presupuestales, humanos y técnicos suficientes para vigilar y evitar los hechos crueles alrededor de los caballos cocheros, así que la situación seguiría igual, de sobresalto en sobresalto y de emergencia en emergencia a menos que se organice la UMATA con el presupuesto, la gente y los equipos necesarios para evitar que los caballos cocheros sigan sometidos a tantos tormentos, incluido el de morir con dolor en plena calle.

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