Editorial


Avance del Corredor Náutico

El Corredor Náutico no es solo una ruta física en las aguas del Caribe y del Pacífico colombianos para la navegación deportiva, sino un sistema marítimo completo que incluye la capacidad del Estado de socorrer a los navegantes en caso de emergencia; una infraestructura de marinas en las costas colombianas adecuadas e igual de modernas a las de cualquier otro país; y una eliminación de la tramitomanía.

Las fallas en cualquiera de estos requisitos desestimulan la llegada de yates extranjeros y también la navegación de embarcaciones nacionales.

El contralmirante Ernesto Durán, director de la DIMAR, habló con El Universal antier y entre los múltiples asuntos tocados estuvo el del Corredor Náutico, una iniciativa que ya cumple 15 años y que en esos tres lustros ha enfrentado desde la oposición enconada de la industria náutica nacional a través de lobistas en el Congreso de la República, hasta la inercia de algunas instituciones cuya tramitomanía es asfixiante y difícil de modificar, no solo por su mentalidad alcabalera, sino porque cambiarla requiere modificar algunas leyes o pasar otras nuevas.

Según Duran, se debe diferenciar entre la marina mercante y la deportiva, y asombrosamente, las leyes no distinguen una de otra y le exigen a la navegación deportiva requisitos absurdos, entre estos el zarpe, un documento que no permite modificar la ruta ni el destino de la embarcación a voluntad del dueño.

Dice Durán: “Un navegante deportivo, insisto en lo deportivo, recreativo o de ocio...debería poder salir con su bote limitado solamente por las condiciones climáticas o por el estatus técnico de su embarcación. No debería requerir un zarpe”. Y a quienes creen que así se pierde el control Durán responde: “El control no esta en el papel sino en la capacidad de saber qué esta pasando en el mar”.

Y añade: “En Colombia todo lo que no es ‘marina militar’, erróneamente se fusiona bajo el ámbito de ‘marina mercante’, y en esta se incluye sistemáticamente la marina deportiva y recreativa o de ocio, también la de pesca...”

Durán cree inocuo exigir un certificado de estupefacientes para poder comprar una embarcación porque este solo le pone trabas a la gente sana, mientras que los narcotraficantes siguen utilizando embarcaciones de todo tipo sin cumplir con ese requisito. Indaga Durán: “¿Cuándo un papel le ha impedido a una ‘go-fast’ salir con droga?”
La tramitomanía tiene muchos defensores, por un lado, y por el otro el esfuerzo para cambiar una ley de este tipo en el Congreso es titánico y demorado, en vez de ser simple y rutinario.

Como sucede en el resto del mundo, dice Durán, lo único que debería necesitarse para tener una lancha y navegarla “es la licencia de navegación del capitán o patrón, el seguro obligatorio y la inspección técnica de la embarcación”.

Oyendo a Durán, da lástima que pronto se vaya de DIMAR a comandar la Armada en el Pacífico, pero él asegura que los cambios en esa entidad están asegurados.

Ojalá sea así para bien de la generación de empleo del Caribe y Pacífico colombianos.

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