Hace poco recibí la visita de 3 recios líderes del PLC de Bogotá que, sabidos de mi izquierdismo, quisieron indagarme sobre la crisis que aquel atraviesa, calificada por muchos de terminal. La cita se cumplió en el estudio de mi casa de Niza Antigua, barrio ecológico por sus frondosos árboles y el verde amable de sus prados, en una de cuyas paredes cuelga la efigie de Simón Bossa, mi abuelo, Presidente de la Gran Convención Liberal de Ibagué, luciendo el collar de Soberano Comendador Ad Vitam, insignia mayor de la masonería. Los 3 duros copartidarios la contemplaron y no dejaron de expresar su respeto y admiración por el viejo radical, lo que me emocionó. Allí Juan Cruz, José Jairo Arenas y Luis Roberto Vargas, fundadores hace más de 20 años del Movimiento Liberal Socialista, afiliado al PLC, plantearon sus inquietudes, entre ellas la necesidad de registrar con valor y objetividad el próximo 16 de septiembre el final de nuestro viejo y glorioso Partido, seguros como están del desastre que sufrirá este 30 de mayo, moribundo, conforme encuestas, por los graves males que lo aquejan –ochomilismo, neoliberalismo y paramilitarismo, entre otros- reemplazándolo por el Partido Liberal Socialista que se crearía. Les vi los ojos y adentrándome en ellos me acerqué a sus conciencias. Supe así del vigor de sus creencias y del intenso amor que le han profesado al PLC pero por Herrera, Uribe y Gaitán, los tres soles que todavía nos alumbran, convertido hoy en dialéctica crítica por los desmanes ideológicos que abusivamente en su nombre han cometido tantos de sus posteriores dirigentes. Hoy, conforme dichas encuestas, enfermo y casi extinguido por lo reaccionario y antiético de sus seguidos errores, espera ser regenerado en su vieja y siempre nueva línea de izquierda, como muchos lo deseamos, o de que se le sustituya según mis interlocutores por una más radical que verdadera y recia no se desvíe de ese trascendental norte. Les informé que mi posición en él siempre ha sido, desde el fundamental y pocas veces ejercido derecho de disentir, la de apelar a la crítica interna respecto de tales desafueros, apegado a su esencial ideología. Nunca he pensado, les dije, salirme de sus filas y matricularme en otro Partido afín de izquierda como el PDA, valga el caso. He sido un convencido de mantenerme en su seno, mientras yo no sea condenado por disentir, basado en la ciclópea fuerza histórica que lo tuvo como voz de los débiles y su protesta y en el poder emocional de los 500 años que lo sustentan, nacido de su actitud evolucionaria para transformar igualitariamente la sociedad. Evolucionaria por ser hijo de la voluntad consciente y transformadora del hombre y no simplemente evolucionista por obedecer al desarrollo natural de la historia sin intervención de aquel. Mañana se sabrá si las encuestas acertaron al revelar que el PLC, por el que votaré a pesar de Pardo, agoniza, o mintieron al ocultar su fuerza. Si lo primero, debería autocriticarse, recuperar la izquierda perdida y mediante valiente juicio de responsabilidades contra quienes centro-derechizan su ideología y su ética, curarse de ese mal y luchar de nuevo o asumir el extremismo de mis tres angustiados visitantes; si lo segundo, denunciar a los falsos encuestadores. He ahí el trilema. *Abogado, catedrático, ex Representante, ex Senador, ex Gobernador, ex embajador ante la ONU. jangossa3@gmail.com
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