Una campaña orientada a recuperar la imagen del policía cercano al ciudadano se viene cumpliendo en Cartagena. Los medios de comunicación del país han hecho eco de singulares “retenes amigables”, en los que los uniformados abordan a conductores y pasajeros de vehículos para ofrecerles café y dulces; tomarles fotografías o simplemente conversar con ellos. Simultáneamente, en algunas emisoras se escuchan mensajes de voceros de la Institución que advierten sobre el buen trato que los agentes del orden están obligados a dar a todos los ciudadanos. Loable esfuerzo el que se realiza por parte de una de las Fuerzas Armadas del país, cuyo accionar ha sido perturbado en muchas ocasiones por comportamientos que han afectado su proyección social. Así como la corrupción llegó a convertirse casi en sinónimo de Administración pública, el abuso suele ser relacionado con Policía. A través de Internet continúan circulando imágenes en las que un grupo de uniformados golpea salvajemente a un motociclista aparentemente indefenso y el video de la violación de una menor de edad por parte de agentes bachilleres en un parque de Bogotá, como ejemplos de algunas acciones cometidas en servicio. La participación de Policías en actividades delictivas ha sido recurrente, a pesar de los controles que la propia Institución ha implementado, lo que contribuye a la desconfianza y temores de sectores ciudadanos. Los mandos policiales reiteran que las acciones individuales no comprometen a la Institución y que el proceso interno de depuración contempla castigos a quienes delinquen y avergüenzan con sus conductas a la Policía. La campaña que se realiza en Cartagena, que se supone hace parte de una orientación nacional, tiene especial importancia y merece ser respaldada por diferentes estamentos sociales. No obstante, tal esfuerzo no puede quedar exclusivamente en el impacto mediático, en jornadas puntuales ejecutadas ante cámaras de televisión o mensajes producidos en una cabina de grabación. La cercanía del Policía con el ciudadano común y corriente debe sentirse y palparse en la cotidianidad. El agente de Policía no debe infundir temor, sino respeto; el uniforme en un símbolo de autoridad, no de arrogancia y las armas son para la defensa del ciudadano, no para su intimidación. Volver a tener al Policía como el mejor vecino, como el amigo, es una necesidad colectiva. En hora buena los retenes amigables, los mensajes esperanzadores, las sonrisas y el buen trato, que muy seguramente estarán acompañados de estrategias de mayor envergadura como la disposición de los altos oficiales al suministro de información pública sin reservas y mayor participación de efectivos policiales en diversos proyectos sociales, sin descuidar su capacidad de reacción frente al crimen. La sociedad necesita recuperar la confianza en sus Instituciones y la Policía está en el orden de prioridades. Contundencia en el combate a la delincuencia, transparencia en los procesos institucionales, respeto y defensa de los derechos humanos y capacidad para innovar y mejorar las relaciones con la comunidad, son características de la Policía que anhelamos. Bienvenidas las intenciones en tal sentido. *Trabajador Social y Periodista; Candidato a Magister en Lingüística; catedrático Universidad de Cartagena; Consultor en comunicaciones. germandanilo@hotmail.com
NOTICIAS RECOMENDADAS
Comentarios ()