El título fue inspirado por el de una conferencia del Fondo Latino Americano de Reservas que se hará en Cartagena en agosto. Me estimuló a inventariar lo que he aprendido sobre economía, economía política y política económica desde que terminé la universidad y regresé a Colombia hace 36 años, en la Navidad de 1973, y a empezar a compartirlo de vez en cuando. Los economistas progresaron mucho en tres décadas para alejarse paulatinamente del criterio de racionalidad económica en el que se basan los modelos que todavía dominan su mirada al mundo; y en Colombia hay aspectos del comportamiento económico que sólo se pueden explicar dentro de ese nuevo marco de referencia. Un ejemplo es que la gente prefiere dejar de ganar con tal de no pagar impuestos, aunque el resultado neto sea mejor después de haber pagado los impuestos. O cómo prima la contabilidad muchas veces sobre las finanzas. En la década de 1980, cuando los bancos estaban agobiados por encajes e inversiones forzosas, se les permitió vender libremente esas inversiones para obtener liquidez. El supuesto que motivó la medida era que los bancos podían aumentar su liquidez y los recursos disponibles para prestar sin tener que aumentar encajes o constituir nuevas inversiones forzosas. Aunque era una decisión lógica, los bancos prefirieron seguir colocando CDT, quizá por no fomentar un mercado secundario de títulos del gobierno, pero principalmente porque no querían reportar pérdidas en sus estados financieros. La contabilidad y las finanzas no son disciplinas complementarias, sino que les imponen a los empresarios criterios que pueden ser contradictorios. Esto ha resultado ser mucho más común de lo que se pensaba, después de ver cómo algunas de las más poderosas compañías del mundo sacrifican año tras año valor en sus empresas para quedar bien en el papel. Ese comportamiento, llevado a extremos insospechados, ha puesto a Wall Street al borde de la ruina y ha convertido en burla las reglas de contabilidad y de diseminación de información. Antes de las reformas iniciadas en 1974 era común que el escaso conocimiento económico y financiero del público se utilizara para mantener la ignorancia. Los esfuerzos de entonces para educar al público y la sugerencia de que los bancos revelaran las verdaderas tasas de interés fueron muy mal recibidos por el sistema financiero. Un banquero destacado se refería a la tasa de interés efectiva como “el interés chiflis”, pero cuando unos jóvenes técnicos, creyendo que no entendía, lo pusieron a escoger entre una alternativa con menor tasa nominal, cobrada por anticipado, y otra de una tasa nominal mayor, pero menor rendimiento efectivo, escogió la primera, sin titubear, y les dijo que no lo creyeran “tan pendejo”. La Federación de Cafeteros había construido un verdadero galimatías de medidas y de políticas, y establecido el dogma de la infalibilidad de sus directivos para confundir al público y a las autoridades. Era una economía manejada por chamanes que tomaban decisiones en el Fondo Nacional del Café, en el Banco de la República, en el INCOMEX, en PROEXPO y en otros templos donde sacrificaban el bien común para honrar el interés particular, amparados en la ignorancia de los demás. rhommesr@hotmail.com
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