El acercamiento entre las campañas presidenciales del partido Verde y Compromiso Ciudadano, afianzado durante la Semana Santa, oxigena la política con miras a las elecciones de mayo. La alianza inminente entre Antanas Mockus y Sergio Fajardo como fórmula vicepresidencial representa la sumatoria de esfuerzos en una misma dirección, que parte importante del país ve con buenos ojos y como alternativa real frente al abanico uribista disperso (con Partido Conservador incluido), el debilitamiento del liberalismo y la resistencia que genera el Polo Democrático Independiente en algunos sectores. Mockus y Fajardo tienen mucho en común, desde su formación académica como matemáticos, el liderazgo transformador que desempeñaron en sus respectivas alcaldías de Bogotá y Medellín, el concepto elevado que tienen de la educación y la cultura ciudadana como motor de desarrollo, hasta la manera diferente de hacer política, guardando distancia de vicios proselitistas enquistados. La invitación formulada por Mockus a Fajardo, para que se convierta en su fórmula vicepresidencial y la aceptación inicial de éste, pero con la solicitud de esperar para consultar con su equipo, genera expectativas entre quienes piensan que el país merece un giro hacia lo social, sendero descuidado por más de siete años, por la fijación en la seguridad como norte exclusivo. Pero además de la coincidencia de propuestas, la alianza verde ciudadana representa una opción de centro en un país polarizado por mayorías aparentes identificadas con la extrema derecha, y una izquierda incapaz de consolidar sus avances por disputas intestinas interminables. Fajardo tomó distancia a tiempo de la seducción extremista y sin desconocer simpatías con algunos logros del Gobierno nacional, prefirió conservar la línea de “ni uribista ni anti uribista”, que aunque no le dio los resultados esperados en las elecciones parlamentarias, le merecen respeto y aceptación, especialmente en sectores de estratos medios y bajos. Por su parte Mockus ha sido coherente en su posición política, confrontando por igual los vicios y extremos de la derecha y de la izquierda. Las cábalas políticas sugieren que con tal alianza el panorama electoral no está despejado para el continuismo caudillista, como algunos suponen, pero tampoco será suficiente para convertir a Mockus y Fajardo en próximos inquilinos de la Casa de Nariño. Será necesario avanzar en la concertación con otras fuerzas políticas, esencialmente con el Liberalismo y el Polo Democrático, a cuyos líderes corresponde ser consecuentes con el momento histórico y hacer parte de una alianza suprapartidista, o dilapidar su capital electoral en simples constancias de intentos. Así las cosas, el fragmentado partido conservador, con Nohemí a la cabeza, y la indescifrable campaña de Germán Vargas Lleras, harán con seguridad tolda común en la segunda vuelta con Juan Manuel Santos, heredero natural del uribismo, con la fortaleza electoral innegable que genera el poder, enfrentando a la opción centro de Mockus y Fajardo y una alianza de esperanzas. Quienes prefieren no seguir transitando por los extremos escabrosos de la derecha y desconfían, por referencias, de la izquierda como alternativa, encuentran por primera vez en muchos años una opción refrescante de poder. *Trabajador Social y periodista, docente universitario, asesor en comunicaciones. germandanilo@hotmail.com
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