Columna


La moda del ateísmo

RICARDO VÉLEZ PAREJA

07 de junio de 2009 12:00 AM

RICARDO VÉLEZ PAREJA

07 de junio de 2009 12:00 AM

Últimamente ha surgido una “inmensa” minoría de intelectuales, científicos o políticos que se confiesan ateos porque en general no necesitan de Dios, ni creen en la existencia de Él, ni practican ningún rito religioso y por tanto, carecen de fe en el poder sobrenatural. Estamos convencidos de que practicar el ateísmo o la indiferencia con Dios, no significa que esas personas sean perversas o que estén con el demonio o el mal. Es verdad, inclusive, que muchos que se autodenominan ateos, son personas de altísimas cualidades morales en el ejercicio de sus actividades vitales y tienen un concepto ético de la vida, de pronto con mayor integridad que muchos que se confiesan religiosos y se encomiendan a Dios para hacer los más salvajes actos criminales o cometer “pecados” de toda índole. Yo respeto la libertad de cada cual para creer o no creer en Dios. Eso forma parte del fuero íntimo de cada individuo, porque tenemos claro que la religiosidad se vive en el interior de cada ser y las prácticas colectivas de ritos externos religiosos, no son para mí, los elementos necesarios para vivir en relación con la Divinidad. De otro, lado hay una religión que es el Budismo y no creen en un Dios espiritual, sino en un ser humano profeta que ha predicado las pautas para vivir con ética y con valores espirituales. Cerca de 1.500 millones de hindúes, chinos y occidentales viven y practican esa religión. El Budismo parte de la base de que los seres humanos son imperfectos y por tanto tienen sufrimientos, dolores e insatisfacciones vitales. Busca atenuar esos males a través de las enseñanzas del buda fundador Siddhartha Gautama. Él enseñaba a darle una dimensión equilibrada a los males del dolor y de la muerte, por el “despertar” de la mente de cada individuo, que es la que maneja la vida, el gozo y el dolor de los seres humanos y se logra mediante el “nirvana” o estado de alma supremo. Un poco más de 1.500 millones de hindúes, chinos, asiáticos y occidentales viven y practican esta religión. El resto de la humanidad – un 80% de ella – es teísta, es decir, cree en un Dios creador y en un mesías, que para los católicos y cristianos, es Jesucristo que trajo al mundo la iluminación y la sabiduría para sobrellevar la vida en el nombre de Dios. Para nosotros los creyentes, simplemente tenemos fe en que Dios ayuda a vivir e inclusive a sanar a través de Jesucristo que entregó su vida con sufrimiento para la redención de los seres humanos. Tengo claro también que el destino es resultado de la unión de un conjunto de circunstancias humanas que generan desgracias o buenaventuras, las cuales no dependen de Dios, que es el Ser Supremo y la representación del bien en este mundo. El libre albedrío existe y hay algo en común entre creyentes y no creyentes: la búsqueda de la felicidad, del bien y la justicia en este mundo o en el más allá. De otro lado, respeto mucho a los ateos, pero no puedo terminar estas líneas sin repetir la anécdota del famoso director de cine español Luis Buñuel, que en el ocaso de su vida, y después de cuestionar el catolicismo a través de sus películas magistrales, un periodista le preguntó si finalmente él era ateo y contestó: “Vamos hombre, yo soy ateo pero por la gracia de Dios.” rivelpa@yahoo.com

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