Columna


El Efecto Mariposa en Montes de María

PADRE RAFAEL CASTILLO TORRES

02 de agosto de 2009 12:00 AM

PADRE RAFAEL CASTILLO TORRES

02 de agosto de 2009 12:00 AM

En el mundo todo es dialéctico. No porque lo hayan dicho Hegel o Marx, y antes de ellos el presocrático Heráclito, sino porque esa es la ley de las cosas, regida por el caos y por el cosmos, y por lo simbólico (lo que une) y por lo diabólico (lo que desune). El efecto dialéctico de la guerra generada por paramilitares y guerrilleros, así como por los muchos vacíos de Estado es el triunfo de los esfuerzos por la paz de la sociedad civil colombiana. Los constructores de la paz no son solamente los grupos pacifistas, lo es también la sociedad civil que siente la fatiga de la guerra, justamente porque no es solución para ningún problema. Recientemente un grupo de tres campesinos de Corralito, en el municipio de San Juan Nepomuceno, en la entraña montemariana, hicieron una protesta social porque los compradores de la tierra ya eran propietarios de todo y ellos ni siquiera podían salir. Me contaron que su protesta desde su pequeña parcela no tenía ningún sentido y que estaban sin esperanza. Nadie había visto ni leído la cartelera de la protesta social con errores ortográficos, nadie se unió a ellos, ni le importaba que los sacaran de su tierra. Uno de ellos me preguntó qué pensaba, pero sobre todo cómo podríamos ayudarles. Yo me atreví a decir: el sentido común de la humanidad tiene la convicción de que la luz, por débil que sea, vale más que todas las tinieblas juntas. Basta un fosforito para exorcizar toda la oscuridad de un cuarto y mostrar la puerta de salida. La luz, por naturaleza, siempre será captada por los espíritus de luz. Le decía también que el bien posee una fuerza singular, como el amor. Por eso, al final, nada resiste al bien, que acaba triunfando. Una gota hace muy poco, como el agua que trae el colibrí que, solidario, quiere dar también su aporte para pagar el incendio. Pero, ¿no está la lluvia hecha de gotas? Muchas gotas, millones de gotas, apagan en pocas horas el incendio más persistente. Es la fuerza invencible de lo pequeño. Es importante creer en la fuerza secreta de la buena voluntad, por pequeña que sea. El bien no se restringe a la persona que lo practica; el bien, como la luz, se irradia. Como una ola, sigue su curso por el mundo, evocando el bien que está en todos y fortaleciendo la corriente del bien. El bien es la referencia para cualquier ética humanitaria. Estas reflexiones vienen confirmadas por la moderna teoría del caos: el aleteo de una mariposa de mi jardín pude producir una tempestad en el Pentágono. Es decir, todo es interdependiente. A veces, el eslabón aparentemente más insignificante, como el de corralito en San Juan Nepomuceno, es el responsable de la irrupción de lo nuevo. Pensemos que alguien totalmente desconocido señala en la calle hacia arriba con el dedo y grita: “mira, ahí; mira ahí”. Puede ser cualquier cosa. Y en un momento muchas personas comienzan a mirar en la misma dirección. El efecto mariposa se ha dado. Lo pequeño produjo lo grande. En esta concatenación, ¿quién podrá decir que la paz no pueda desencadenarse a partir de la protesta social de ese ignoto pueblito montemariano? No dudemos que de lo pequeño vendrá la fuerza secreta de la reconciliación que hace posible la paz. *Sacerdote y sociólogo, director del Programa de Desarrollo y Paz de los Montes de María. ramaca41@hotmail.com

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