En la región de la Mojana sucreña, cuando no es Chana es Sebastiana, al decir del dicho popular. Tradicionalmente esa región cenagosa, afectada por desdichas como las cíclicas y al parecer inevitables inundaciones, siempre ha sido tierra propicia para el cultivo del arroz. De ahí que anualmente salen de las plantaciones del grano de la zona, millares de bultos que van a los mercados de Barranquilla, Magangué o San Marcos. Pero a veces, casi siempre el rio arrasa no solo las viviendas y las esperanzas de los pobladores, sino los culticos de arroz, que aún cuando necesitan tener mucha humedad, a veces sufren las consecuencias de las terribles inundaciones. Aún así el cultivador de la Mojana es un hombre obstinado, terco, pero al mismo tiempo insistente y año tras año se arriesga a ganar o a perder, siempre a expensas de los vaivenes de la naturaleza. Este año, quien lo creyera, no hay invierno, las lluvias no han sido las esperadas y los cultivadores de arroz de la Mojana están con las manos en la cabeza, por cuanto los rendimientos en las cosechas no han sido los mismos de otros años. Son paradojas del destino, ayer porque había agua abundante, hoy porque hay poca. Queda demostrado una vez más que el problema de esa hermosa, fértil y productiva región de nuestra geografía, no es de agua sino de manejo de la misma. Tanto dinero gastado por el Estado en canalización, dragado, diques por aquí y por allá, auxilios, sacos de arena para hacer barricadas, muchos más en socorrer con mercaditos, pero poco en ejecutar un programa de regulación de aguas acorde con la necesidad del momento. No deja de ser ese problema, el del manejo de las aguas en esa región, una papa caliente, que quien sabe hasta cuanto soportarán los sufridos habitantes de la zona. *** En Sincelejo ya poco se puede hablar de seguridad y el ciudadano de mi tierra está temeroso. Cuando se adopta un nuevo plan estratégico ya el anterior queda fallando. Las autoridades diseñan un plan y este presenta poca eficacia, los resultados están a la vista. Hay momentos en que parece que los bandidos, aquellos que están al acecho del transeúnte o del vecino honrado para despojarlo de una cadena o de un celular, son más avispados que los mismos policías. Ya no hay defensa ni protección que valga contra el ladrón. Comerciantes y empresarios honrados son asaltados en sus casas o en sus negocios a cualquier hora del día o de la noche. De nada valen rejas, paredes gruesas, cajas fuertes, todo queda a merced del maleante en dos o tres minutos. Se van por los aires el trabajo de muchos años. Razón tiene la gente cuando se queja y exige el cumplimiento de un derecho constitucional, irrenunciable, como ese de vivir en medio de un ambiente seguro y agradable Ese problema, el que anotamos y que colma las páginas de los diarios en estos días, es sin duda otra papa caliente, pero se puede manejar. En toda película el malvado siempre termina preso y la justicia brilla sobre el mal. Lo que se requiere es un poco de mayor esfuerzo, diseñar nuevos planes o reconsiderar los actuales. *Premio Consagración Periodística 2002 bromayserio@hotmail.com
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