Columna


Días de teatro en Cartagena

CLAUDIA AYOLA ESCALLÓN

03 de abril de 2010 12:00 AM

CLAUDIA AYOLA ESCALLÓN

03 de abril de 2010 12:00 AM

Dos hombres y una estructura gigante formada por dos ruedas de aluminio. Un artefacto extraño que se transforma en un juguete de infinitas posibilidades para dos actores con dorso desnudo. El movimiento es una metáfora circense en medio de sonidos pulsátiles similares a una acústica gestacional. Esto es Arcane, uno de los espectáculos que el Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá Caribe, ha traído a Cartagena en un intento de descentralizar un festival que cautiva a todo el país, pero que tradicionalmente solo se vive en la capital. El lunes en la noche los encontré reunidos en la librería Ábaco, como si estuvieran fraguando una misión clandestina. Uno de ellos buscaba un retazo de tela negra que había extraviado, era necesaria para la función, otros recién llegados saludaban con acento francés y gran hermandad, esa solidaridad que emerge cuando se tiene una misma apuesta. Al parecer Fanny Mickey ya había soñado con traer el Festival de Teatro a Cartagena y Juan Ángel, con el apoyo de otros, incluso del IPCC, decidió liderar una empresa que, como él dice, es un riesgo para su hígado. El circo es un riesgo constante, la obra Arcane los es, es un riesgo el proyecto y sin embargo, el único riesgo para los espectadores será entrar en nuevas dinámicas y aprehender nuevos lenguajes. Cartagena necesita de esto, Cartagena necesita nuevos textos. La ciudad se mete con facilidad en un corralito de piedras mental. Mi hija va a los mismos lugares que iba yo cuando tenía su edad. Eso gusta de aquí, a cualquier padre angustiado le da tranquilidad, a mí me la da, nos hace sentir seguros, sin darnos cuenta que el miedo al cambio nos hace esclavos de las mismas ideas de siempre. El miedo, quizá, fue la forma más perversa de esclavitud que aún nos condena. Vamos a los mismos lugares de siempre y no salimos de la ciudad por miedo a que se nos dañe el carro o a que se nos mueran las trinitarias por falta de agua. No aprendemos a nadar porque el mar es peligroso y evitaremos a toda costa volar en un parapente. Una ciudad cautivadora, nos atrapa en nuestro propio Truman Show, evitando el riesgo de tener un sueño distinto al que ya antes se haya soñado. La locura del teatro nos desacomoda, nos mete en estados alterados de consciencia. A la hora que entrego este texto, será miércoles por la tarde, me preparo para ir a ver Arcane en el Coliseo de Combate. A la hora que usted lo lee, lo habrá visto conmigo o se lo habrá perdido. El 7 y el 8 de abril, en el Teatro Adolfo Mejía, se presentará AVNER “Excepciones a la ley de gravedad”. La noche del 9, en el Centro de Cooperación Española, el Colegio del Cuerpo presentará “Palabra de Mar” y el 10 de abril, en el centro cultural Las Palmeras, se presentará Atabaques. Vayamos al teatro, perdamos el miedo, dejémonos vestir de otros personajes, soltemos las amarras y naveguemos en nuestros propios sueños. Otras narrativas llegan, devorémoslas, arriesguémonos a leerlas sin temor. *Psicóloga claudiaayola@hotmail.com

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