Columna


¿Dónde está la bolita?

JAIME ALBERTO RESTREPO CARVAJAL

04 de abril de 2010 12:00 AM

JAIME ALBERTO RESTREPO CARVAJAL

04 de abril de 2010 12:00 AM

Entre más se analizan los números del megaaeropuerto entre Cartagena y Barranquilla, menos se entiende la racionalidad del negocio. Desde su presentación precipitada en sociedad, en febrero de 2009 (con las charreteras del general Padilla a bordo), hacemos el papel de aquellos incautos que apuestan a adivinar “dónde está la bolita”, en el juego truculento de las 3 tapas: La primera tapa es el aeropuerto Rafael Núñez: Movió 1,57 millones de pasajeros en 2009 (20% internacionales); el Gobierno aprobó invertir allí $103.000 millones de acá al 2015 y prorrogó la concesión hasta 2020 para amortizar la inversión (TIR de 11,2%). La capacidad en 2015 llegará a 2,5 millones de pasajeros (59% más que el volumen actual), ampliará 35% el área del terminal y tendrá un componente ambiental importante (barreras anti ruido, etc.). El plan maestro aumentaría la capacidad a más de 5 millones de pasajeros, dejando la pista actual solo para carreteo y construyendo la principal (paralela) con mejores especificaciones. La segunda es el aeropuerto Ernesto Cortissoz: Su plan maestro habla de un Hub internacional con capacidad para 7 millones de pasajeros, que aumentaría a 10 millones con inversiones por $40.000 millones. En 2009, solo movilizó 1,3 millones de pasajeros. Ante semejante subutilización, la Fuerza Aérea prefiere quedarse con él. La tercera es el megaaeropuerto de marras: pretende una capacidad de 14 millones de pasajeros (innecesaria con los aeropuertos actuales) con inversiones por US$ 950 millones en 2 etapas, financiadas así (al menos, antes del anuncio del Presidente de que no se vendería el aeropuerto de Crespo): US$ 140 millones de la venta del Rafael Núñez (para urbanizarlo), US$ 150 de la venta del Ernesto Cortizzos a Mindefensa (base Aérea) y US$ 200 de vigencias futuras del Gobierno nacional (¡58% lo pagaremos los contribuyentes!). Los accionistas pondrán US$ 200 y el resto la Banca. La concesión sería por 50 años para garantizarles una TIR de 11% si, y solo si, se cumplen 2 condiciones inaceptables: que sea un monopolio, al cerrar los aeropuertos de Cartagena y Barranquilla (¿para qué les prorrogaron y exigieron inversiones, entonces?) y que los aportes de socios no superen 21% de la inversión. Un secreto a voces es que los Name, asociados a la firma “Consultores del Desarrollo” (Condesa), barranquilleros como los Nule, copromotores del megaproyecto, concesionarios de la nueva vía entre Cartagena y Barranquilla y patrocinadores la recolección de firmas para el referendo ($150 millones), serían premiados con los peajes del gigantesco tráfico adicional y por qué no, de los negocios especulativos con las tierras aledañas al nuevo aeropuerto. También aspirarían al contrato de US$ 50 millones por la gerencia, diseños e interventoría. “Condesa”, título nobiliario que no correspondería a un “garitero de las 3 tapas”, es socia del Consorcio Vía al Mar, por ende beneficiada con la prórroga de dicha concesión por la construcción, próxima a iniciarse, del túnel absurdo de Crespo: otra bolita que no pudimos ver a tiempo. Los barranquilleros y cartageneros sufriremos las incomodidades y extra costos de no tener un aeropuerto cercano, ventaja estratégica muy ponderada por turistas y viajeros de negocios; y seremos los únicos culpables de habernos dejado incautar por los hábiles manipuladores de la bolita, sin notarlo. *Ing. Civil y MBA, Directivo Empresarial restrepojaimea@gmail.com

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