El foro “Cartagena es de todos los colombianos”, convocado por la Gobernación de Bolívar, la Alcaldía de Cartagena y la revista Semana, podría pasar como uno más en los que se desempolvan diagnósticos sobre la ciudad, de no ser por la coincidente manifestación de varios líderes, en el sentido de que la coyuntura obliga a actuar.
Entre discursos y paneles se ratificaron las deplorables condiciones sociales a las que llegó la ciudad, mientras que, paradójicamente, su economía repunta. Dicho en otras palabras, las élites locales, o por lo menos un sector de estas, pareciera comenzar a admitir que la desproporcionada concentración de la riqueza y la exclusión social, llegaron a límites intolerables.
El gobernador de Bolívar, Dumek Turbay, advirtió sobre el crecimiento de la pobreza y de la pobreza extrema; pidió dejar de cerrar los ojos ante las dificultades y problemáticas de Cartagena y propuso “definir una ruta en la que todos los sectores debemos asumir nuestras responsabilidades”.
En sintonía con lo expuesto, el alcalde (e) Sergio Londoño admitió las dificultades de gobernabilidad de la ciudad, especialmente cuando las instituciones del propio Estado están de espaldas a ella; que los recursos que produce no se reinvierten localmente, todo sumado a “una institucionalidad históricamente incapaz de crear y gestionar proyectos con las autoridades nacionales”, lo que limita poder sanar la “inmensa brecha de desigualdad social y el atraso físico de nuestro territorio”.
Uno de los invitados más incisivos en cuestionar la gran exclusión social fue el codirector del Banco de la República, Adolfo Meisel, quien señaló responsabilidades: “el principal problema que tiene Cartagena es la indiferencia de sus empresarios”.
En esta especie de catarsis de ciudad en la que se admitieron culpas, hubo reproches a los organizadores por excluir a líderes sociales; se objetó la frase convocante de “Cartagena es de todos los colombianos”, porque son más los que se aprovechan de ella que los que le aportan, y se lanzó un SOS por la calidad de la educación, entre otras pesadumbres. Y también se asumieron responsabilidades públicas por parte de la dirigencia gremial y empresarial para comenzar a actuar conjuntamente en la búsqueda de soluciones.
La coyuntura políticoadministrativa no podía quedar al margen y se argumentaron los efectos nocivos de la interinidad; dirigentes como el presidente de la ANDI, Bruce Mac Master y el ex gobernador de Bolívar, Juan Carlos Gossaín, coincidieron en exigir la pronta convocatoria a elecciones atípicas para la Alcaldía.
Ahora urge la acción y los compromisos se deben manifestar con una hoja de ruta de trabajo conjunto entre gobierno, empresarios y comunidad, y exigir simultáneamente elecciones en las que se antepongan los intereses de la ciudad.
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