Columna


¡Viene el lobo!

CARMELO DUEÑAS CASTELL

21 de febrero de 2018 12:00 AM

Esopo, hace casi 2.600 años, compuso una larga lista de fábulas. Una de mis favoritas es el pastorcito mentiroso: un mozalbete cuidaba un rebaño de ovejas a las afueras de un villorrio; el pastorcito, aburrido y  afectado por el tedio de la canícula, decidió divertirse a costa de sus vecinos y empezó a gritar que venía el lobo y se comería las ovejas; formó tal escándalo que el pueblo corrió en su ayuda para encontrarse con el pastorcito burlándose de ellos. Rabiosos, se devolvieron a sus tareas y tal burla se repitió varias veces, con mayores carcajadas del bribonzuelo y más rabia del pueblo enojado. Un aciago día apareció el lobo y el pastorcito pidió ayuda en vano. Nadie le creyó, con las resultas que el lobo se comió las ovejas y al pastor.

No soy experto, pero la historia del vecino es que el bipartidismo se lucró y se repartió las inmensas riquezas y produjo una desigualdad abismal entre unos, cada vez más pocos y más ricos, y otros, muchos, cada vez más pobres. Injusticia social y corrupción fueron caldo de cultivo para la animadversión popular a la clase política. Así resucitó, del ostracismo, un lobo con piel de mesías que prometió, para todos, un oro negro que había sido repartido con injusta exclusividad. Y claro, el mesías fue más ladino, perverso y corrupto, con un populismo tal, que agigantó las diferencias sociales y las aprovechó para su beneficio al volcar a un pueblo insatisfecho y armado en contra de sus antiguos líderes.

Igual aquí: dos partidos se lucraron y usufructuaron el poder en un perverso Frente Nacional que trastocó una violencia partidista en más violencia sin sentido. Después vinieron promesas incumplidas, pírricos éxitos y estrepitosos fracasos que profundizaron aún más las diferencias de clase. La corrupción política, reducida a sus ‘justas proporciones’, se desbordó aupada por la cizaña y el cáncer del narcotráfico que permeó todo y desfiguró la ética en una estética sin paraíso. Y hubo mesías que crearon movimientos y partidos a su amaño, a la medida de sus ambiciones, tan eternos y efímeros como sus promesas incumplidas.

En esta campaña, matizada por mentiras barnizadas y verdades inconclusas, no hay propuestas concretas, no hay programas claros. Lo rentable es agraviar al oponente. Y cuando no hay razones ni argumentos aparece la gritería, el escándalo: ¡que viene el lobo! Tengo para mí que quienes ahora gritan dejaron entrar al lobo por la puerta de la injusticia y la violencia. El lobo ya está aquí, camuflado en la desigualdad y la corrupción.

Yo no sé si viene el lobo con piel de oveja, pero creo que pasará como en el cuento: el pueblo furioso de tanto engaño elegirá al lobo y dejará que se coma las ovejas con tal que se coma, también, a los pastorcitos mentirosos. Un sentimiento suicida, sí, pero comprensible. Como dijo Plauto: “el hombre es lobo para el hombre”.

*Profesor Universidad de Cartagena

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