Columna


Una zancada a la izquierda

RODOLFO SEGOVIA

04 de agosto de 2018 12:00 AM

¿Giro a la izquierda en Colombia? Las FARC no dejaban. Hubo buenas intenciones y hasta avances para desbloquear costumbres y suavizar actitudes en lo social, pero la sombra de las FARC estrechaba márgenes. Cualquier propósito político que cruzara el centro equivalía, mientras las FARC atormentaban a los colombianos, a traición a la patria.

El especial dividendo del desarme por las FARC ha sido la apertura política, incipiente todavía, pero esperanzadora. Ya desde antes de las conversaciones de la Habana, indignados señalaban las miasmas de la corrupción, pero la ideología era apenas un ruido sordo, sin calado en la opinión de una Colombia conservadora e impermeable a discursos marxisantes. Es liberador para muchos poder ser de izquierda sin sentirse cómplice de desquiciados.

Cuando las compuertas han estado cerradas mucho tiempo con solo breves amagos de apertura, como en Colombia durante todo el siglo veinte y hasta hoy, el péndulo tiende a extremar su recorrido. Las urnas acaban de dar testimonio de la amplitud de onda. La tarea ahora es encausar el péndulo hacia el centro, preferiblemente hacia el centro izquierda, para que la alternancia moderada prevalezca. El país lo está pidiendo  gritos, pero no sabe como llegar.

Don Sancho nunca supo donde quedaba el centro. En 1697, cuando defendió a Cartagena con valentía, el centro olía a gases sulfurados. Detrás se escondía Satanás y se asomaba la Inquisición. Todavía hay hoy quienes creen reconocer las puntudas orejas. Queda camino por recorrer, pero Colombia se ha liberado en el último medio siglo de un engorroso fardo de prejuicios. Ahora no falta sino un pasito, preferiblemente de economía, para acabar de destrabar ataduras impuestas por el andar macabro de la FARC.

La primera tarea es contener los extremos. Nada fácil. Se han apoderado del discurso. Lograron caricaturizar a Iván Duque como la caverna y Gustavo Petro como Lenín redivivo durante a campaña electoral. Ese lastre hay que soltarlo a fuerza de indiferencia, aunque pretendan dejarlo en la cetina a fuetazos de crispación. El país casi todo prefiere el centro. Si las redes sociales y las  fake news  no lo acorralan, se hará oír.

Una acotación: qué nadie se engañe pensado que don Sancho prefiere matices de izquierda. No. Pero una cosa son las preferencias y otra lo que ecuánimemente cree le conviene a Colombia. Por breve tiempo, claro está. Ahora abrir el compás es saludable. El camino puede parecer  trabado por egos y estridencias verbales, pero es franqueable.

Descargar en el relleno sanitario de Doña Juana a Álvaro Uribe es  la distracción del día. Pero antes y a sabiendas, el expresidente le hizo otro favor a Colombia: pacientemente montó al país en la moderación, enjaulando de paso unas cuantas fieras amigas. Hay que ser muy obcecado, como Petro jugando a retozos democráticos callejeros desde el partidor, para desconocer que el presidente en ciernes, Iván Duque, es la mesura por temperamento y convicción. Su cordura es la pista para la zancada de la izquierda moderada.

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