El mapa de Cartagena me recuerda a una matrona de caderas anchas y cintura estrecha, como suelen ser los cuerpos de las mujeres del Caribe, en cuyo centro está el ombligo. Es allí precisamente donde está el mercado de Bazurto. Aunque la matrona tiene los brazos abiertos, no tiene cabeza o quizá la tiene sumergida en el agua. ¿Será tal vez por eso que se le hace tan difícil pensar en su trasformación y le cuesta tanto trabajo soñar en grande?
Bazurto se ha convertido en un lugar nauseabundo e inhabitable. En sus alrededores es difícil respirar y no se puede disfrutar lo que debería ser uno de los mayores placeres: la vista y el contacto con los alimentos que se llevarán a la mesa. Muchas ciudades disimiles y distantes, como Sao Paulo, México, Barcelona y Santiago de Chile, entre otras, han hecho de sus mercados públicos lugares dignos de admiración, visitados con deleite por residentes y turistas. Allí disfrutan de las maravillas gastronómicas que se exhiben y venden, en condiciones vistosas e higiénicas.
En 2009, la UTB, en alianza con MIT, hizo un estudio completo de cómo gestionar un cambio en Bazurto. Lamento que ya no será posible, pues su traslado es inminente. Un fallo jurídico de 2011 así lo ordenó. En 35 años de funcionamiento Bazurto logró impactar negativamente al sector por la manera descontrolada y caótica como fue creciendo, hasta convertirse en un desastre urbano. La mujer del mapa, por tener su cabeza en el agua, no percibe nada.
Si hay que mudar a Bazurto, debe beneficiar a toda la ciudad, recuperando el ombligo de su geografía. Debería ser un lugar que, además, amplíe los horizontes de una urbe turística ahogada en su centro histórico.
Oculta tras esa barahúnda de tenderetes hay una obra arquitectónica bella y digna de ser rescatada que, aunque muchos no sepan, recibió un premio nacional de arquitectura cuando se construyó. Me sumo a quienes han pensado que ese lugar sería ideal para establecer el gran centro cultural que Cartagena necesita. Un gran teatro, por ejemplo, para los eventos que hoy carecen de un lugar apropiado, que permita que todos disfrutemos en condiciones de equidad y a precios asequibles. Construir en la zona, además, una megabiblioteca, un museo de grandes proporciones, como el Museo del Caribe, en Barranquilla, y rescatar la Ciénaga de las Quintas para ofrecer deportes náuticos, construir alamedas, paseos peatonales y ciclorutas que conecten a toda la ciudad. No sólo con centros comerciales se genera progreso.
Ayudemos a sacar del agua la cabeza de esta matrona. Que respire y logre ver a su alrededor las grandes transformaciones posibles y necesarias.
*Directora del Área de Internacionalización de la UTB
iliana.restrepo@gmail.com
Las opiniones aquí expresadas no comprometen a la UTB o a sus directivos.
NOTICIAS RECOMENDADAS
Comentarios ()