Salgo con mi tutifruti de opiniones, porque hay muchas cosas de las cuales opinar:
1) A propósito del lío que tenemos con el edificio “Aquarela” y su proximidad al castillo San Felipe, opino que la alcaldía debería animarse a hacer una “colecta ciudadana” para comprar los seis pisos más altos del edificio Banco Popular y demolerlos, para recuperar la visual perdida con el Reloj Público. Semejante mole también rompe con todas las dignidades de nuestro paisaje histórico.
2) Por cierto, hablando del Reloj Público, quiero recordarle a quién corresponda, que aún sigue extraviada la placa en mármol que adornaba el pecho del referido monumento y que se puso para conmemorar el centenario del mayor acto de heroísmo de la historia americana: la defensa de Cartagena en 1815. En marzo del 2009 escribí una columna preguntando por ella y me contestaron que la estaban limpiando. Bueno… pregunto nuevamente: ¿y se necesitan 8 años para limpiarla?
3) Cambiando de tema, digo públicamente que es vergonzoso que en un país demencialmente necesitado como el nuestro, debamos gastarnos la pendejadita de $40.000 millones de pesos para hacer una consulta exclusiva del Partido Liberal para escoger entre dos candidatos (Cristo y De la Calle) que se sumarán a los 50 ya existen para la contienda electoral de la Presidencia. Ya eso te habla de lo desconectados que están nuestros partidos políticos y los políticos que la conforman con la realidad del país. Hombre, que hagan una encuesta de $50 millones de pesos y no molesten más. Y ambos deberían estar descalificados por aceptar semejante insensatez.
4) El proceso de paz resultó como las neveras que tenían las abuelitas. Es decir, todos sabíamos que adentro había cosas ricas por consumir, pero cada vez que intentabas abrir la puerta, recibías un “corrientazo” ni el verraco… Espero que algún día podamos agradecer a todas esas personas –muchas de ellas acusadas hasta de guerreristas- que con sus aportes han servido para “emparapetar” unos acuerdos de paz a los que muchos se atrevieron a decir que “sí”, cuando su letra menuda ha terminado demostrando que aquello era una claudicación.
5) Me despido jugando a la futurología con una frase de mi propia cosecha: Algún día la estupidez humana nos llevará a que nuestro mundo de bombas atómicas, de debacle ambiental, de injusticia social, de fundamentalismos religiosos y de sobrepoblación, sea gobernado y controlado por la “inteligencia artificial”, ante nuestra incapacidad racional de hacerlo.
jorgerumie@gmail.com
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