En 2016 los turistas por el mundo llegaron a 1.200 millones, una cantidad sin precedentes si se compara con los 25 millones de hace 65 años. ¿Quién puede dudar de la importancia que ha cobrado el turismo en la economía global? Hoy en día representa casi el 10% del PIB mundial, genera uno de cada 11 empleos, aporta el 6% del comercio internacional y el 30% de las exportaciones mundiales de servicios.
Lo descrito nos muestra la cara amable de esta industria, pero muy poco se mencionan los impactos que tiene sobre el ambiente y las comunidades receptoras. De allí el surgimiento del turismo sostenible, que considera plenamente las repercusiones actuales y futuras, económicas, sociales y medioambientales para satisfacer las necesidades de los visitantes, de la industria, del entorno y de las comunidades anfitrionas.
El 2017 ha sido declarado por las Naciones Unidas como el Año Internacional del Turismo Sostenible para el Desarrollo, buscando sensibilizar a tomadores de decisiones y al público en general para fomentar un cambio en las políticas, las prácticas de las empresas turísticas y el comportamiento de los consumidores. Con un poco de voluntad, mancomunadamente, se puede hacer del turismo un catalizador de cambios deseables para la gente y la naturaleza.
Sin embargo, ¿qué tanto se ponen en práctica estas buenas intenciones? En Colombia han sido certificados en sostenibilidad los destinos turísticos de Puerto Nariño, Parque Arvy (cerca de Medellín), Centro Histórico de Cartagena de Indias, Buga, Jardín y Mompox. Esto significa, en teoría, que los actores turísticos comprenden la necesidad de adoptar buenas prácticas, algo que en la realidad todavía está lejos de suceder.
Una manera de encarrilarnos en el turismo sostenible es trabajar en pro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS): contribuir a la preservación de los ecosistemas y la biodiversidad, la protección del patrimonio natural y cultural, la creación de empleos decentes y oportunidades de negocios que ayuden a millones de personas a mejorar sus medios de vida.
Las universidades y los distintos actores del territorio debemos participar en la construcción de los destinos sostenibles. Desde ahora son bienvenidos eventos como la Conferencia Anual de la SASE (Society for the Advancement of Socio-Economics), de la que será anfitriona la Universidad Tecnológica de Bolívar el próximo noviembre, una reflexión sobre las contribuciones del turismo al desarrollo sostenible que pueden acercar los discursos a la acción.
*Directora académica de la maestría en Dirección de Empresas y Organizaciones Turísticas UTB
COLUMNA EMPRESARIAL
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