3000 pesos costará el pasaje de Transcaribe. Pero cómo ya estamos acostumbramos a que “nos claven” (pues vivimos crucificados, clavados en maderos, cargando nuestros propios pecados), un abuso más contra la ciudadanía no hará la diferencia en el mar de nuestras inconformidades. Este costo sí que está bien “caribeño”. Se convertiría en el pasaje más “caribe” del país.
Qué tristeza que Transcaribe siga aumentando su gran deuda con el pueblo cartagenero. Todos los sobrecostos, todos los atrasos, todas las improvisaciones ni siquiera son concebidas como parte de esa deuda. La deuda más grande de Transcaribe sigue siendo el saldo de incertidumbre con el que ha funcionado y funcionará siempre.
Sin un estudio a profundidad de costos, se comete ahora el atrevimiento de subir en un 43% el pasaje nocturno de la ruta 103 Bocagrande. Es apenas lógico el desagrado generalizado de los cartageneros. La concepción satanizada que tenemos del proyecto seguirá lógicamente empeorando. No sólo nos toca aguantar que nos suban el precio, sino también, seguir aguantando lo que desde el inicio de operaciones se quiere imponer como algo normalizado en los SITM: las incomodidades por el aglomeramiento, el ruido ensordecedor de algunos buses, la falta de educación en su uso, etc.
Pero sólo unos pocos se atreven a alzar la voz. En el muro de los lamentos de las redes sociales se queda la queja. La lamentable situación que vivimos en Cartagena, me hace pensar que no hemos generado el suficiente nivel de aprendizaje colectivo. No aprendemos juntos para el cambio de nuestro entorno y por eso también somos reacios al afrontamiento conjunto de nuestros problemas.
La Teoría del aprendizaje social de Albert Bandura, establece que es precisamente gracias a nuestra capacidad de vernos a nosotros mismos en la conducta de los demás, lo que nos permite tomar decisiones como sociedad.
A esto también le llama Bandura: aprendizaje vicario. A Través de este tipo de aprendizaje, el ser humano es capaz de extraer enseñanzas a partir de la observación de lo que ha pasado con los otros. Es por eso que seguimos ciegos. No aprendemos juntos. Lo que le pasa al uno, no genera enseñanza en el otro. Cada uno sigue por su lado. Es por eso que Transcaribe ha impactado en nuestro desplazamiento, pero no en las dinámicas de comportamiento y socialización del cartagenero.
Seguimos siendo islas. Seguimos aislados aunque vamos como sardinas en lata en el estribo de un articulado. ¿Cuándo aprenderemos a vernos a nosotros mismos? ¿Cuándo por esa incapacidad de vernos, otros no verán por nosotros? ¿Cuándo?
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