Columna


Sueños con realidades

JORGE RUMIÉ

18 de agosto de 2017 12:00 AM

Hay temas y nombres que los publican tanto en los medios de comunicación que cualquiera termina soñando con ellos.

El otro día nada más recuerdo que aparecí contratando por celular un Uber submarino que me llevaría a las profundidades del océano, cerca de Barú, para conocer cómo era el cuento del galeón San José. Pero recuerdo que todo se fue complicando en la inmersión, porque a los 3.200 metros de profundidad –sin la mayor vergüenza– fuimos sancionados con una fotomulta por exceso de velocidad. La verdad, no hay derecho que esas cámaras estén localizadas en los lugares más inhóspitos del planeta, máxime, valga el reclamo, cuando en ese preciso instante casi nos atropella otro submarino de semblante sospechoso, piloteado nada menos que por los tres personajes más siniestros del vecindario: Maduro, Diosdado y Raulito. Y claro… así cualquiera se despierta dando alaridos.

Lo que en algún momento se perfilaba como un sueño color rosa entre sirenas y tesoros, se terminó convirtiendo en una pesadilla. ¡Qué susto! Ustedes no se imaginan, estimados lectores, el miedo tan verraco al ver a esas joyitas asomadas por la ventana del submarino saludándome con esa sonrisa de maldad mientras se perdían en la oscuridad del fondo marino. Hasta el mismo Freud suplicaría públicamente el perdón para no tener que interpretar dicho sueño. Y hasta pensé: “Como encuentren el San José, lo desvalijan”. 

Ya reflexionando sobre temas más serios, debo decir que desde la época de Chávez siempre imaginé que Venezuela terminaría como Cuba. Era la lógico. La farsa democrática del chavismo era tan evidente que me sorprende que hoy nos escandalicemos con las actuaciones de Maduro. Por favor, entendamos algo: las dictaduras de Cuba y Venezuela son una misma y entre ambas se cuidan. Todo se viene planeando con mucho cuidado y sin afanes. Y la visita de Santos a Castro – supuestamente para negociar el exilio de Maduro – continua demostrando la ingenuidad del presidente.

El tema grave en Colombia es que la amenaza castrochavista se viene digiriendo como una disputa política interna entre el santismo y el uribismo, cuando no es así. Despertemos, señores, que los comunistas son especialistas explotando la ingenuidad y la buena voluntad de la gente. ¡Por Dios leamos la historia! ¡Estudiémosla!

Los comunistas modernos se visten hoy de demócratas y cuando agarran el poder, no lo sueltan. Inclusive, hay algunos de ellos que hasta chance tienen en las presidenciales del 2018.

¿Y así quién no se despierta dando alaridos?

jorgerumie@gmail.com

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