Columna


Servir para servir

JUDITH ARAÚJO DE PANIZA

21 de octubre de 2018 12:00 AM

En las lecturas de hoy* se hace especial énfasis en el servicio como la mayor cualidad, valor o virtud que puede vivir cualquier persona. Nuestro Señor Jesucristo nos dice: “El Hijo del hombre, no ha venido a que lo sirvan, sino a servir y a dar su vida por la redención de todos”. Él, más que nadie, nos ha mostrado la grandeza del servicio a través de su vida, ayudando, sanando, enseñando y entregándonos todo su ser, para la salvación de los hombres.

Santiago y Juan le pedían a Jesús lugares de honor en el reino de los cielos y él les enseñó que en esta tierra andamos buscando privilegios y puestos especiales pero, que quien quiera ser grande para Dios, lo importante es que se ponga al servicio de los demás.

Dios quiere servirnos en todo momento, por eso nos espera en la Eucaristía para nutrirnos de su sangre, cuerpo y divinidad. Nos espera en los sacramentos para perdonarnos y sanarnos. Nos regala su Espíritu Santo para que nos guíe, ilumine, consuele y regale todos sus dones. Nos puso de administradores de un mundo en el que el servicio de unos a otros es la clave del desarrollo, de la civilización, de los trabajos, de la realización personal y colectiva. El servicio es la expresión concreta del amor.

Recordemos apartes de la hermosa poesía de Gabriela Mistral sobre la inmensa alegría de servir: Toda naturaleza es un anhelo de servicio. Sirve la nube, sirve el viento, sirve el surco. Donde haya un árbol que plantar, plántalo tú; Donde haya un error que enmendar, enmiéndalo tú…Donde haya un esfuerzo que todos esquivan, acéptalo tú. Sé el que aparta la piedra del camino, el odio entre los corazones y las dificultades del problema… El servir no es faena de seres inferiores. Dios que da el fruto y la luz, sirve. Pudiera llamársele así: "El que sirve". Y tiene sus ojos fijos en nuestras manos y nos pregunta cada día: ¿Serviste hoy? ¿A quién?...

Nos recuerda el papa Francisco que quien no vive para servir, no sirve para vivir.

En el mundo empresarial también es importante el servicio. El servicio atento, amable, cordial, que salga del corazón, que se esmere por complacer y satisfacer las necesidades de los clientes, colaboradores, proveedores, socios, comunidad, es lo que distingue a las empresas que progresan, perduran y logran la fidelidad.

El mes de octubre y muy especialmente hoy, recordamos a los misioneros, aquellos que prestan el mejor servicio a la humanidad, y por amor a Dios llevan a Cristo a aquellos que aún no lo conocen, comprendiendo que Él es la fuente de todos los bienes presentes y eternos.

Nos recuerda el Salmo en el que Dios nos llena con su misericordia, amor, bondad y su justicia, para ayudarnos a ser mejores y así podamos servir mejor a los demás.

Is 53, 10-11; Sal 32 Hb 4, 14-16; Mc 10, 35-45.

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