Los que llevamos a Cartagena en lo más profundo de nuestros afectos, rechazamos públicamente, el uso de la rechifla o mofa hacia usted, por parte de turistas opositores a su mandato; ciegos seguidores de quien encarna el mayor antagonismo a su gestión, y que han querido tildar como “chiflada cartagenera”, cuando fueron los mismos enlatados que trataron de ridiculizar en el pasado Festival Vallenato a otro ex mandatario. Ven por los ojos de él, pero no lo ven a él.
Toscos, naturalmente bastos, sin pulimento, no les vamos a permitir, preciso, cuando después de siglos la ciudad se regodea con obras de envergadura que antes no le acometían. Ya está bueno de que se disfracen de cartageneros o tomen como propia a otras regiones para desacatar deliberadamente el respeto a la majestad de su cargo. Peor todavía, adeptos de quien en su momento no hizo nada a favor de nuestro progreso.
Para esta ciudad, estancada con las benditas obras de la colonia, ya era hora de algo diferente que mostrar, equiparable a los tiempos modernos. Exigimos respeto, no necesitamos de las máscaras foráneas y menos para sabotear a la persona que nos ha mirado con resultados, así tilden a las obras de “mal hechas”. Qué vaina, no, gastamos como turistas, y ahora estos impostores nos toman para insultar, no importa que sea el primer mandatario, el primero en tiempos que ha volcado su voluntad hacia la ciudad.
Jamás he ejercido cargo burocrático alguno, tampoco he militado en política, como la interpretan ahora; laboré en dos factorías de Mamonal, hoy estoy felizmente pensionado después del deber cumplido durante cuarenta años. Una parte de ellos los dediqué a los estudios humanísticos, cuando ingresé a las aulas universitarias, decisión de la que vivo orgulloso, que de alguna manera coadyuva con algún aporte cívico a la sociedad y a la región.
Señor presidente, siga visitándonos, y por nada del mundo desvíe la mirada de la Heroica, bastante falta que nos hacía esa visión presidencial, como también la misión emprendedora de su generosidad. La bahía, el mar, los caños, lagunas ciénagas y las lluvias, que por siglos nos han acompañado como vitrina ante propio y extraños, paradójicamente se han convertido en constantes amenazas y solo su propósito nos puede salvar.
Esas obras las pedimos a gritos, las prometió, unas ejecutadas y otras próximas a realizarse. Son una verdad como los pasos dados por la paz. El papa se lo dijo a todo el país: “La verdad es una compañera inseparable de la justicia y misericordia. Juntas son esenciales para construir la paz”.
No lo chiflamos, eso es de estridentes; lo silbamos, como muestra de agradecimiento, de oraciones y de aplausos, a nombre de Cartagena de Indias, para usted y su familia.
*Rotaremos este espacio para mayor variedad de opiniones.
COLUMNA MÓVIL*
fidelalejandro@costa.net.co
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