Columna


¿Seguirá Cartagena en la olla podrida?

ALCIDES ARRIETA MEZA

11 de agosto de 2017 09:38 AM

La respuesta,  la tenemos  los ciudadanos, lo que  significaría  romper  con  este  estado  de cosas.

El cancerígeno,   modelo  corrupto  de gobierno  y  del   ejercicio  de la función  pública, se  ha  propagado  por  todo  el  país. Y, por supuesto,  también  se   tomó  a Cartagena.  Estamos  invadidos de putrefactos, perversos y depravados pseudos  servidores  públicos  en todas las  ramas  del poder  público.

Los  corruptos  son  los reyes  de  este  sistema.  Estos  se  han  enriquecido  enormemente.  Alcaldes, gobernadores, ministros, registradores, concejales, senadores, representantes, jueces, fiscales, magistrados, policías y entre otros,  son  los  miembros de estas poderosas  bandas  criminales.

Los  escenarios en donde se han venido  despachando  estos   siniestros  personajes,  son el  Estado  mismo. Allí se han atrincherado,  porque  la institucionalidad  colombiana  está diseñada para  saquearla,  para  que  no funcione , para que  todo  se  dilate en  interminables  procesos, para  que   los responsables  sean  premiados  con  la ciudad  o el país,  o  la casa  por  cárcel;  o  con la  impunidad  misma. Es decir, no  les  pasa  nada. Sin embargo,  pese  a ello,  los entes  de control,   han decidido enfrentar  el fenómeno. Hay  resultados  positivos.

La crisis  en  Cartagena  no  es  nueva,   el  20  de diciembre  de  2012,  titulé  mi columna: 'La corrupción  se  chupó a Cartagena'. Parte de la frase  es del columnista, Daniel Samper Pizano,  transcrita en la revista semana, el cinco de  Marzo de 2011, quien afirmó que: “La corrupción se  chupó a Colombia,” y  en cuya  portada se tituló, “Al  país se lo están robando,” señalando  que  es  casi  imposible   ganar  un  contrato  con el  Estado en  forma honesta, "los carruseles de contratistas se tomaron a Colombia”, y agregamos nosotros, también a la alcaldía de Cartagena.

La corrupción es un fenómeno estructural, dijo un ex –procurador. "La corrupción está convirtiéndose  en una institución endémica y de cubrimiento nacional porque en Colombia descubrieron  la  fórmula  para  saquear de manera  sistemática al  Estado.” R. Semana.

Este flagelo se  está convirtiendo en un modelo de gobierno. En  una manera de actuar de personas  que  están en el Estado, que representan intereses personalísimos, adscritos  a algunos grupos  electoreros  o "podriticos".

El origen de  la corrupción, comienza en  las campañas electorales. Estas  costosísimas, financiadas por  los dueños de la gran contratación estatal o  con dineros de cualquier procedencia.

Las campañas  electorales son  un mercado persa en un territorio lleno de pobreza, en donde el poder  de elegir el voto tiene un precio al detal y al por mayor. Esto último, ofertado por verdaderos  líderes del desastre.

La corrupción  de cuello  blanco ha  tomado formas sofisticadas, “se presenta en forma alarmante en dos modalidades de impunidad, los implicados no solo se pasean orondos  e impúdicos, sino  que  osan  erigirse como   líderes de opinión   y censores morales", Alfonso Gómez  Méndez.

Las denuncias realizadas sobre algunas dependencias distritales son preocupantes, estas son fuentes  inagotables de corrupción. Hechos que  deben poner a pensar a todos los habitantes de Cartagena, sobre la suerte que  están   corriendo  sus  impuestos  por  causa   de  los carruseles   de la  contratación,  pulpos, carteles, mafias, venas rotas  y ollas podridas.

La corrupción destruye  el  presente, niega  el futuro, destroza la sociedad, es pobreza, subdesarrollo, violencia, analfabetismo. Por ello,  es necesario  crear un sistema  integral de lucha contra la corrupción, un sistema educativo  que  la enfrente y fortalecer  e instrumentalizar los controles ciudadanos.

Igualmente, en la columna  del 29  de  mayo  de  2015, en este periódico, titulé : "Cartagena  en la olla  podrida", en  homenaje  a  la obra  del  ilustre  hombre  de las  letras, Oscar Collazos. Collazos, portador  de una rebeldía  ponderada, no  puede  ser despedido, ni  en  una, ni muchas columnas, porque  él  vive  y vivirá  en  la inmortalidad de  la grandezas   de  sus obras   y  columnas  periodísticas, que   seguirán siendo  contrapeso  magistral  a  los  actos  de barbarie  que  se producen en Cartagena,  sede notable  de  la inmoralidad pública.

Las  construcciones  críticas que nos lega Oscar Collazos, son  para enaltecerlas  y seguirlas, porque  sus  líneas seguirán siendo luz de la conciencia social, instrumento fundamental para propiciar  cambios  estructurales en la ciudad de Cartagena, hoy  convertido  como gran parte del país,  en paraíso de la corrupción.

La Revista Metro  recordó  destacadas  creaciones  del  laureado columnista, las que transcribo,  para que   sean eco eterno  de  su recuerdo   y reflexiones para la acción: “Cartagena en la  olla Podrida”; “No  me  propuse juzgar a ninguno de los implicados en irregularidades y casos de abierta corrupción, sino  en poner   al descubierto  las técnicas  de las  que  se  valían  los corruptos para reproducir  el clima de complicidad que  los volvía casi  invulnerables  ante los organismos de control”.

Adenda.  Es hora  que  la ciudadanía  respalde   las  investigaciones   de  los entes  de  control.   Las investigaciones   deben  condenar   a los  culpables   y  absolver  a los  inocentes.

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