Columna


Se busca un cambio

RUBÉN DARÍO ÁLVAREZ PACHECO

17 de febrero de 2018 12:00 AM

Al menos en teoría parece que el candidato a la Presidencia de Colombia, Gustavo Petro, es el único distinto entre el ramillete de aspirantes que a diario nos muestran los medios de comunicación.

Parece diferente, porque no sabemos si cuando se monte en la Presidencia (en caso de que gane) termine volteando el cotarro, al estilo de los malsanos politiqueros.

Pero, por el momento, su discurso se ve más concreto y aterrizado que la verborrea típica de los todos preludios electorales.
Además, midiendo el tamaño de los ataques que le lanzan, se puede inferir que un buen tamaño del país está pensando seriamente en depositar su voto a favor de este aspirante, a quien comparan con Hugo Chávez y Nicolás Maduro, simplemente por ser el candidato de la izquierda, una opción tan válida como lo ha sido siempre la derecha en Colombia.

No tengo razones para defender a Petro, ni a ninguno de los que militan en la izquierda colombiana, pero eso no me impide expresar que muchos de los ataques provenientes de los defensores de la derecha me parecen cínicos y sin fundamento, tomando en cuenta que los mismos males que les achacan a los gobiernos izquierdistas los han cometido los derechistas en sus respectivos países y épocas. Y Colombia no es que sea precisamente un paraíso después de 200 años padeciendo presidentes de derecha.

En plata blanca, la derecha colombiana no tiene moral para criticar a la izquierda. Ahí están, para corroborarlo, los desplazamientos de campesinos, los falsos positivos, las guerrillas, el narcotráfico y el paramilitarismo, entre otros engendros, todos hijos legítimos de la corrupción estatal y privada, comandada eternamente por partidarios de la derecha.

Gracias a la dinámica de las redes sociales se vislumbra claramente que la conciencia colombiana está cambiando de forma y contenido. Se nota una sed de cambio que ojalá no resulte en malas elecciones, como las que se vieron en Venezuela o (para no irnos tan lejos) aquí mismo en Cartagena, cuando se decidió que los “salvadores” de la ciudad serían dos periodistas a quienes la Alcaldía terminó quedándoles demasiado grande.

También es cierto que la euforia mediática por la candidatura de Petro, a favor o en contra, ha opacado un poco las propuestas de los demás candidatos, a lo mejor porque el ciudadano de a pie supone que en caso de que gane otro, las cosas seguirán siendo iguales: la élite colombiana siempre ha gobernado para ella y no para quienes sufren el día a día de la historia.

En todo caso, creo que es esta la hora en la que debe entenderse que el verdadero cambio empieza por dejar de defender partidos y colores, para elegir a quienes piensen en el bienestar general y no en los intereses personales o de grupo. Debe entenderse, además, que el deseo de cambio siempre es válido, pero sin echar de lado el buen juicio al elegir.

*Periodista

RUBÉN DARÍO ÁLVAREZ P.*
ralvarez@eluniversal.com.co

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