Columna


Salarios, monopolios y desempleo

MAURICIO CABRERA GALVIS

28 de octubre de 2018 12:38 AM

Cuando el desempleo disminuye, y hay más empresas buscando trabajadores que personas queriendo emplearse, los salarios deben subir. Al menos eso dice la teoría económica ortodoxa que considera al trabajo como una mercancía cuyo precio (el salario) lo determina la oferta y la demanda. Pero la realidad es terca y no siempre acata a la teoría.

En Estados Unidos no se cumple la teoría, a pesar de ser uno de los países con más libertad y flexibilidad en el mercado laboral. Allá la tasa de desempleo cayó por debajo del 4%, lo que está cerca de los mínimos históricos y del nivel que para efectos prácticos se considera como de pleno empleo, pero los salarios están estancados y no crecieron en los dos últimos años.

En medio de la campaña electoral, Trump y los conservadores tratan de sacar pecho diciendo que en el último año los salarios crecieron un 2,8%, y que este es el mayor crecimiento desde el 2009. No dicen mentiras, pero no dicen que este es solo el crecimiento nominal de los salarios. Como la inflación en el mismo período fue del 2,7%, en el gobierno de Trump los salarios reales no subieron, mientras que en los últimos años de Obama los salarios reales crecieron cerca del 2% anual.

¿Por qué se estanca la remuneración a los trabajadores si hay crecimiento económico acelerado y cae el desempleo? El NYT (https://nyti.ms/2PoXZz3) plantea varias hipótesis de lo que llama un misterio económico.

La más relevante es el impacto de la creciente desigualdad y la menor capacidad negociadora de los trabajadores por la menor competencia en el mercado laboral. Lo que determina los salarios no es la cantidad de desempleados buscando trabajo, ni la cantidad de puestos de trabajo que ofrezcan las empresas, sino el poder de negociación de estos actores.

En EUA está bien documentada y analizada la correlación negativa entre el crecimiento de los salarios con el aumento del poder de negociación de los empleadores y la disminución del de los trabajadores. No es un problema de oferta y demanda sino de correlación de fuerzas y pugna distributiva, como la llamaba Prebisch.

Los empleadores son ahora más fuertes porque cada vez son menos por las fusiones y adquisiciones que van concentrando los mercados en pocas pero gigantescas corporaciones multinacionales, y cada vez son más pocas las empresas que ofrecen empleo. También en lo local: estudios recientes muestran que en más del 90% de los mercados regionales de trabajo en ese país, la concentración de la oferta de trabajo es alta o muy alta.

Los trabajadores son ahora más débiles al negociar salarios porque cada vez son más, pero menos unidos. Su principal medio de negociar, los sindicatos, se debilitaron por disminuir los afiliados y por las prácticas restrictivas que desestimulan afiliarse. El empleado individual tiene muy poca capacidad de negociación.

La teoría económica también dice que en mercados con monopolios y baja competencia, se requiere la intervención del Estado para nivelar el campo de juego.

*Economista

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