La crisis de corrupción e ingobernabilidad que vive la alcaldía de Cartagena desde hace varios años es la conversación obligada en cada rincón de la ciudad. Sin embargo, el problema que tenemos es ese: mucha habladuría colectiva, pero poca participación. Criticamos con vehemencia en las reuniones privadas, pero poco nos involucramos en la solución.
Con razón el otro día el historiador y economista Adolfo Meisel – con cierto desespero sobre la situación – se despachó contra nuestra sociedad civil, en los siguientes términos: “El problema de Cartagena no sólo es por la dirigencia política. Es también por la dirigencia empresarial, la dirigencia académica, la dirigencia de medios de comunicación. No hay un sacudón colectivo. Pasan cosas terribles y no hay exigencia de la ciudadanía. Esto no puede seguir pasando. Es políticamente insostenible, ambientalmente insostenible, socialmente insostenible y por supuesto, económicamente insostenible”.
Debo decir que las crisis se convierten en oportunidades cuando asumimos plena responsabilidad de ellas y actuamos inmediatamente. No hay de otra. Pero si nos quedamos sin hacer nada, escondiendo la cabeza como el avestruz, las crisis se pueden convertir en la peor de nuestras pesadillas.
Cuando lo público marcha mal, lo privado no es sostenible. Así que encapsularnos en la casa o en el trabajo, no es la solución. Es una farsa monumental pensar que somos inmunes a los problemas de la ciudad.
¿De dónde crees que vienen nuestras dificultades de pobreza, movilidad, inseguridad, salubridad, huecos en las calles, falta de centros hospitalarios, despelote en las playas, abandono de los parques, para mencionar algunos? Por ejemplo: cuando matan a alguien en un atraco, ¿dónde crees que se originó el problema?
Independiente de la reacción social que pueden despertar entre nosotros los sentimientos de solidaridad o compasión por movilizarnos, acudo también a la esquina del egoísmo natural que todos tenemos dentro y piensa en lo mucho que seguirás perdiendo (me refiero en calidad de vida y en la sostenibilidad de tus negocios, incluida su valorización), de no involucrarte en la solución.
Repito: cuando lo público se va al carajo, todos perdemos.
¿Seguimos como el avestruz?
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