A pesar de haber sido archivado en el Concejo el proyecto de acuerdo de la Alcaldía para vender las acciones del Distrito en la Sociedad Portuaria Regional de Cartagena (SPRC), se conocen posibles intenciones de revivirlo bajo el argumento de la necesidad de recursos para invertirlos en megaproyectos de desarrollo local.
Las reacciones ante tal posibilidad van desde la aceptación y expectativas por la ejecución de obras eternamente aplazadas, hasta la descalificación de la propuesta y temores por una operación “absurda”.
Mientras los expertos de una y otra orilla exponen sus argumentos, conviene recordar las operaciones similares en las que el Estado ha entregado al sector privado empresas que antes eran de su responsabilidad, y que se convirtieron en grandes generadoras de riquezas no socializadas.
Para no hacer un repaso de experiencias dolorosas, basta con recordar que la misma SPRC fue objeto de una singular negociación, en la que la ciudad vendió buena parte de sus acciones, algunas de las cuales, según publicaron los medios, aparecieron posteriormente en poder de una empleada domestica de un reconocido líder político que había propiciado la transacción.
Pero independientemente de ese episodio, que para algunos puede ser solo “anecdótico”, lo que importa es comprender la dimensión de lo que hoy representa esa empresa, y su proyección como uno de los más importantes operadores logísticos portuarios del Caribe, lo que se traduce en un constante crecimiento, ampliación de su capacidad instalada, y por consiguiente generación constante de ingresos y utilidades presentes y futuras, que sus directivos no ocultan.
Tras la primera venta de las acciones, cuyos resultados en macroproyectos o inversión social nunca conoció la ciudad, el Distrito quedo con una participación de 2,11%, que según fuentes de la misma Administración, representan US$ 10 millones por punto, con dividendos mensuales de $1.500 millones.
Para algunos entendidos, los dividendos no cuadran con el valor por punto de las acciones, pero más de ello, es evidente que el Distrito tiene un porcentaje de rentabilidad en una de las empresas mas importantes de la ciudad y del país, y que entregar su participación, equivaldría en una economía familiar (guardando las proporciones) a vender la casa que produce rentas, para pagar el arreglo de las goteras en la que se vive.
Las ganancias del Distrito como socio de la SPRC no son suficientes para grandes obras, precisamente porque se vendió el mayor número de acciones que hoy generarían mucha mas rentabilidad. Vender lo poco que hoy queda en esa empresa sería renunciar a una porción de riqueza.
Alcalde Manolo: al razonamiento financiero hay que agregarle cordura política, para no repetir una historia conocida.
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