Noticias de prensa dan cuenta de que la Corte Constitucional se apresta a declarar exequible la reforma que introdujo el Congreso de la República: permitir a los ciudadanos votar el referendo en forma simultánea con otra elección; reforma que se propuso para facilitar que el referendo sobre los acuerdos de paz de La Habana, tenga mayor posibilidad de ser votado y aprobado en las urnas.
La legislación vigente señala que el referendo no se puede celebrar en forma coincidente con otros eventos eleccionarios, y además, exige que haya una participación superior a la cuarta parte del censo electoral. Si éste es de 32 millones de electores, deberán ir a las urnas, al menos, ocho (8) millones de ciudadanos, según lo prevé el art. 378 de la Constitución Política; umbral que, sin embargo, algunos amigos del refrendo por la paz temen que no se supere, pese a que sería una de las convocatorias más importantes que se le habrían hecho al pueblo colombiano en todos los tiempos.
Tales temores tienen, sin embargo, fundamento real, pues el proceso de paz en La Habana no logra afianzarse en la conciencia de las mayorías nacionales; pero habrá que preguntarnos sobre la razón de esa postura escéptica que hace pensar en su fracaso o en un resultado precario en las urnas.
En el mundo civilizado, habrá causado inmensa extrañeza que en Colombia, para salvar el referendo por la paz, se concluya que es necesario ponerlo como apéndice de las elecciones de autoridades locales, esto es, como un subproducto de dichas elecciones y no como el gran motivo para provocar el respaldo de las fuerzas políticas y sociales de la Nación.
Ha de saberse, sin embargo, que los negociadores de La Habana serían, en fin de cuentas, los grandes responsables de esa actitud aparentemente negativa del pueblo colombiano; pero, lejos de condenar esa actitud, nosotros la interpretamos, en cambio, como censura merecida a la forma como ha venido tramitándose el proceso de paz, con prescindencia del Derecho Internacional Humanitario, en cuanto sus negociadores han permitido que se hayan cometido -y se sigan cometiendo- hechos de lesa humanidad durante todo el tiempo de dicho proceso.
Una paz por arrastre no sería sostenible, en cuanto, para serlo, deberá ser resultado de una toma real de conciencia del pueblo sobre el contenido del referendo, y no amarrarla a otras elecciones, expuestas a influencias non sanctas.
Colgar el referendo para la paz -como si fuere un mico-, de las elecciones de concejales y diputados, como se ha pensado-, da escalofrío moral.
La Corte Constitucional, en su sabiduría, decidirá sobre una reforma que conduciría a que el referendo desaparezca del mundo jurídico colombiano como una institución respetable.
*Ex congresista, ex ministro, ex embajador.
edmundolopezg@hotmail.com
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