Columna


Realidad de los Cisnes Negros

ALMIRANTE (R) ÉDGAR ROMERO V.

21 de febrero de 2018 12:00 AM

Encuentro de gran pertinencia varias ideas de “Los seis errores de ejecutivos en gestión de riesgo” (Nassim N. Taleb, Daniel G. Goldstein, Mark Spitznagel, Harvard Business Review, Oct 2009).

Un cisne negro era imposible. Después que una expedición holandesa, dirigida por el explorador Willem de Vlamingh, en el río Swan, en 1697, descubrió cisnes negros en Australia Occidental, el término se transformó.

En concreto, afirma Taleb en el New York Times: “Lo que aquí llamamos un Cisne Negro es un suceso con los 3 atributos siguientes: 1) es atípico, pues se encuentra fuera del ámbito de las expectativas regulares, porque no hay nada en el pasado que puede apuntar a su posibilidad; 2) conlleva a un impacto extremo; 3) a pesar de su condición de rareza, la naturaleza humana nos hace inventar explicaciones de su presencia después de los hechos.

“Una pequeña cantidad de Cisnes Negros explica casi todo en nuestro mundo, desde el éxito de las ideas y las religiones, a la dinámica de los acontecimientos históricos, hasta lo básico de nuestra vida personal”.

Ningún modelo predijo el impacto de la crisis económica y sus consecuencias. En vez de intentar anticiparse a eventos de baja probabilidad y alto impacto, deberíamos reducir nuestra vulnerabilidad a ellos. La gestión de riesgo debería ser disminuir el impacto de lo que no entendemos, no un intento inútil de desarrollar sofisticadas técnicas que solo alimentan nuestras ilusiones de predecir.

“Creemos que podemos gestionar el riesgo por la predicción de eventos extremos. Este es el peor error que cometemos”, por un par de razones: uno, tenemos un pésimo récord en predecir eventos Cisne Negro; dos, centrando nuestra atención en escenarios extremos, descuidamos otras posibilidades.
Es mejor centrarse en consecuencias y evaluar el posible impacto de eventos extremos. La investigación muestra que hechos del pasado no tienen relación con conmociones futuras. Eventos como Guerras mundiales y los ataques del 11 de septiembre de 2001 no tienen predecesores.

“El mayor riesgo está dentro de nosotros: sobreestimar nuestras capacidades y subestimar lo que puede salir mal”. Para los antiguos, “hubris” (arrogancia) era el defecto más grande, con castigo sin piedad por los dioses. Varios héroes enfrentaron castigos por su hubris: Aquiles y Agamenón murieron; y muchos generales a lo largo de la historia murieron por no reconocer sus límites. Cualquier empresa que no reconoce su talón de Aquiles está predestinada a morir.

Lo descrito frente a nuestras investigaciones en relación con complejidad y comportamientos humanos individuales y grupales, se confirman, tales como que hubris conduce tarde o  temprano al fracaso de sociedades y la necesidad de medir consecuencias, en lugar de vanamente intentar predecir.

*Almirante (r) Ph.D

ÉDGAR ROMERO V.*
ed_rom_vas@costa.net.co

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