Columna


Pacto por Cartagena

CARLOS DÍAZ ACEVEDO

16 de agosto de 2017 12:00 AM

Los restos de Pedro Romero, los lanceros de Getsemaní y de quienes dieron hasta su vida por la independencia de Cartagena en 1811, deben estar revolcándose en su tumba con lo que pasa en la ciudad en el 2017. La Heroica se alista a celebrar otro año de independencia absoluta de la Corona española con su alcalde suspendido por la Procuraduría, mientras se investiga el desplome del edificio Portal II en el barrio Blas de Lezo, y luego capturado por la Fiscalía junto con su primo José Julián Vásquez, la contralora distrital Nubia Fontalvo y el concejal Jorge Useche por los presuntos delitos de concierto para delinquir y tráfico de influencias.

Los redactores de la Constitución del Estado de Cartagena de Indias, sancionada en 1812, deben estar revolcándose porque los de Primero la Gente, y no los españoles, ingleses y franceses, tienen en la ruina la ciudad y su obra, en cuyo preámbulo se señala que el obejtivo de todo gobierno es asegurar la existencia del cuerpo político formado por la voluntaria asociación de los individuos gobernados por ciertas leyes para el bien común a través de un pacto social en que todo el pueblo estipula con cada ciudadano, y cada ciudadano con todo el pueblo, para gozar en paz y seguridad de sus derechos y de los bienes de la vida.

Hoy en Cartagena el Gobierno distrital no aseguró lo anterior, la mayoría de los políticos de profesión en los órganos de ejecución y control no son tales, no piensan en el bien común, pactan entre ellos y con el diablo para acrecentar sus bienes de manera fraudulenta, la ciudadanía no se siente segura y en paz, ni vive con calidad.

Las Fiestas de la Independencia no están aún en la lista representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial Nacional, pero Cartagena encabeza la lista de capitales con la mayor pobreza extrema, desempleo, informalidad, déficit habitacional, etc.

Si los redactores de la Constitución de 1812 vivieran hablaríamos del derecho del pueblo a alterar la forma de gobierno injusto, ilegítimo e inestable y tomar aquella en que se cubran la seguridad y felicidad; estaríamos en convención general, luego de protestar y disolver el cuerpo político que absorbe y anonada a la ciudad, para constituir otra forma de gobierno; se plantearía asociarnos por un pacto fundamental, solemne y explícito para formar una constitución de gobierno para nosotros y nuestra posteridad.     

Pero como quienes lucharon por nuestra primera independencia murieron, solo les queda revolcarse en sus tumbas. Nos toca a los vivos, los Pedro Romero y lanceros de hoy, construir un nuevo cuerpo político y pacto social para que Cartagena tenga una segunda independencia.

 

*Lingüista, Literato y Comunicador para el Desarrollo

puntos_de_encuentro@hotmail.com

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