Rafael Wenceslao Núñez Moledo, el más ilustre cartagenero de la historia, nacido el 28 de septiembre de 1825, ocupó en cuatro oportunidades la Presidencia de Colombia, lideró la Regeneración de la República, extinguió la voraz guerra civil del 84 y le quedó tiempo para el periodismo, redactar la Constitución Política del 86, firmar el Concordato con la Iglesia Católica y escribir la letra del himno nacional.
Murió en su legendaria casa- finca del barrio El Cabrero, en brazos de su inseparable Soledad Román Polanco, el 18 de septiembre de 1894, víctima de una apoplejía aun cuando algunos aseguran, fue envenenado con arsénico por sus implacables contradictores políticos.
Después de la independencia, Cartagena de Indias, empobrecida y maltrecha, entró en una efímera etapa de recuperación convirtiéndose en centro comercial y naviero de la Nueva Granada, pero a instantes florecidos, siguieron épocas aciagas, derrumbando la esperanza.
Con último fulgor de la colonia, Cartagena se encontraba en asfixiante ruina: solo fantasmas anidaban en campanarios, patios abandonados de las casonas y en los recovecos de las callejuelas sucias y pestilentes. Los años caían a cuenta gota sin que se escuchara una voz enérgica capaz de despertar el alma de la ciudad amurallada.
Por fortuna, en las décadas finales de aquel siglo gris, despuntó el carácter, la aguda inteligencia de el Genio de El Cabrero, enarbolando la queja erguida, exigiendo respeto acorde al pasado glorioso de su ciudad, mientras reclamaba apoyo efectivo al presidente Miguel Antonio Caro, quien recibió, refunfuñando, aquellos dardos fogosos pero, al final, a las entrañas ensangrentadas de La Heroica, solo le aplicaron, como siempre, pañitos centralistas de agua tibia. Y la historia se repite: actualmente, mientras a nivel global, dos de cada seis seres humanos sufren de hambre, en Cartagena, Patrimonio Histórico y Cultural de la Humanidad, ocho de cada diez cartageneros de nacimiento o por adopción padecen de hambre, sobreviviendo en la miseria. Las quejas de Núñez al presidente Caro, hace más de cien años, resultaron proféticas: solo tendríamos que cambiarle fecha y destinatario, pues la proporción sigue siendo la misma:
“Esta ciudad padece de inanición, literalmente. Sus hijos se ausentan de ella por docenas en búsqueda de trabajo que aquí no tienen. Puedo asegurarle a Usted que las cuatro quintas partes de la población de Cartagena, La Redentora, se acuesta todas las noches sin saber qué habrán de desayunar al día siguiente”.
hvsagbini_26@yahoo.es
Comentarios ()